Empacho de crucero el día de la madre

Alberto Magro

VIGO

Los restaurantes vigueses se abarrotaron ayer gracias a las comidas familiares y a la llegada de 3.600 cruceristas y 1.200 tripulantes a bordo del trasatlántico «Ventura»

05 may 2008 . Actualizado a las 13:18 h.

«Hoy no tenemos sitio ni para invitar a comer a nuestra madre». Lo juraban ayer en tono de broma en una popular marisquería del Casco Vello, que cuando levanto la trapa a media mañana se encontró ante la puerta con el mayor crucero que ha pasado este mes por Vigo: el Ventura. El trasatlántico de la compañía P&O está de viaje inaugural y en su panza lleva más turistas de los que cabrían en el pabellón de As Travesas: 3.600 viajeros zarparon del puerto de Southampton, donde también se subieron los más de 1.200 tripulantes que mantienen vivo este crucero de 115.000 toneladas de desplazamiento.

Y de ahí la marabunta. Porque a eso de la una el Casco Vello hervía. Mientras la tiendas hacían caja y los puestos callejero rascaban euros a cambio de recuerdos baratos, las terrazas empezaban a llenarse. Ni siquiera la bruma disuadía a un turisteo con ganas de darle gusto al cuerpo. Lo demostraron a la hora de comer, en la que los restaurantes se qudaron sin mesas. «Hemos ido a tres restaurantes y no tenían sitio», se lamentaba Kate, una inglesa de 57 años que empezaba a entender el abarrote cuando se le explicaba la tradición española del día de la madre.

Las apreturas del centro sirvieron para que los cruceristas se animasen a recorrer los alrededores de Vigo. Lo comprobaron los taxistas, que llevaron a varios grupos a Bouzas, Samil o incluso Canido y Coruxo. «Preguntan dónde pueden encontrar un sitio bonito para comer y los llevamos a zonas como Canido», confirmaba Miguel, un taxista que arregló la mañana con unas cuantas carreras con acentó inglés.

El empacho de turistas y familias de conmemoracion matriarcal acabó a media tarde, con la marcha del Ventura. El modernísimo crucero de las cinco piscinas, los 23 bares y restaurantes y la galería de arte moderno ponía rumbo al atlántico. Pero volverá: su panza llena de turistas amarrará este año en Vigo otras cuatro veces.