El Celta vuelve a ganar en Balaídos en una cita con tintes de bolo estival

X.R. Castro

VIGO

20 abr 2008 . Actualizado a las 02:59 h.

El Celta volvió a ganar dos meses después en Balaídos, pero no pudo brindar un triunfo convincente a los estoicos aficionados que todavía le quedan. Los celestes, sin cuajar un buen partido, pudieron firmar el triunfo más cómodo del año, pero fallaron de nuevo ante la portería de Hércules, que pasó por Vigo como un pésimo equipo e incluso así se pudo llevar un punto en su única oportunidad de todo el encuentro. Tras el triunfo los vigueses duermen a cinco puntos del ascenso, pero sin emitir un solo síntoma que invite a pensar en positivo.

Porque si no fuera el frío y la lluvia, el partido de ayer en Balaídos tendría todos los elementos para considerarse un bolo de verano. Sin embargo ni Celta ni Hércules están en rodaje, sino más bien en recesión, deportiva y económica.

Los herculanos pasaron por Vigo como un vulgar equipo, con una defensa de traca, sin espíritu y con muy poca pegada. Por eso al Celta no le costó casi nada mandar en el partido e irse al descanso con un gol de renta. Lo marcó Okkas, que llevaba más de una vuelta (desde el partido con el Racing) sin anotar ante su público. El chipriota fue protagonista en todo en el primer tiempo. Avisó con un cabezazo nada más comenzar, marcó en otro libre de marca por todo el primer palo, fue objeto de un absurdo y claro penalti de Juamna no señalado y por encima se llevó todos los golpes.

Bajo su batuta el Celta, sin grandes alardes, pudo irse al descanso con el partido resuelto. Núñez puso a prueba a Unai Alba desde la frontal, Roberto Lago tuvo el segundo en un balón que salió demasiado cruzado, Michu tampoco acertó revolviéndose en el área y lo más llamativo, los celestes no acertaron a solucionar una contra de 5 contra 1 que ponía en evidencia las ganas que el Hércules le ponía al partido.

En todo el primer tiempo, los alicantinos únicamente divisaron la portería rival en una ocasión, una falta botada por Montenegro que desvió Esteban.

El segundo acto conducía al tedio. Sin oportunidades para nadie y sin nada que llevarse a la boca. Hasta que Antonio López se descolgó con un cambio que enervó a la grada. Quitó a Okkas y metió a un mediocentro como Vitolo en el campo en medio de una atronadora pitada. Tuvo suerte el cordobés porque en la jugada siguiente Diego Costa regaló la mejor acción individual de la tarde. Un remate de espaldas dentro del área que estrelló el balón en el palo de Unai Alba y el sosiego volvió a la despoblada grada.

No tardó demasiado en volver el mosqueo, porque a medida que caían los minutos reculaban los celestes, ya contagiados para entonces de la indolencia de un Hércules que comenzó a estirarse, aunque con un ritmo tan lento que parecía imposible que pudiese sorprender.

E incluso en ese penoso escenario, las ocasiones (y la miopía) continuararon siendo celestes. Diego Costa encaró dos veces al portero, ninguna sin éxito; Canobbio, que reapareció después de dos meses, botó una falta centrada que se marchó fuera por poco y Núñez estrelló desde la frontal un obús en el travesaño.

Y a falta de sentencia, hasta un colectivo tan ramplón como el Hércules pudo privar a Balaídos del triunfo. En su única ocasión real Vélez también mandó el balón al travesaño en plena fase de descomposición defensiva de los vigueses.

El lance no pasó del susto, como el tedioso partido no pasará a la historia. Solo sirve para inyectar un soplo de tranquilidad y para mirar de reojo los resultados de esta tarde.