La caída del gasto cierra una veintena de negocios en centros comerciales

VIGO

11 feb 2008 . Actualizado a las 12:58 h.

«A estas horas tenía que estar esto lleno», afirma Antonio, propietario del restaurante O Rei das Tartas, instalado en la segunda planta del centro Comercial Travesía. Son cerca de las seis de la tarde del martes de carnaval y las terrrazas de las cafeterías del centro están vacías. Apenas una veintena escasa de personas mira escaparates o merodea haciendo tiempo para el cine. Fuera hace buen tiempo y eso no contribuye mucho a atraer clientes, pero el empresario asegura que las cosas van lentas, y no es de ahora. «El otro día estuve echando cuentas y, desde que habrá, hace dos años, a ahora, el negocio bajó un 40% de facturación y clientes» afirma. El empresario atribuye la situación a la pérdida de poder adquisitivo. «Donde antes ponías tres cañas ahora pones una, este es el gasto que se elimina más rápido», explica.

Situación transitoria

La teoría de Antonio es fácil de confirmar con un simple recorrido por las grandes superficies. De la veintena de locales cerrados en los cuatro centros comerciales de Vigo el 7% son establecimientos de hostelería. La imagen de la segunda planta del centro Plaza E es desoladora: cinco locales con la verja metálica echada. «Es una situación transitoria» explica Marcos Martínez, gerente del centro. Afirma que la gran superficie está en pleno proceso de renovación y reconfiguración comercial. «Es una obligación, por la edad del centro, por la competencia y por la situación del mercado», afirma. ¿Qué es lo que ha ocurrido? «La situación más grave la pasamos en el 2007. Los cines tuvieron problemas para adquirir películas y eso afectó a restaurantes y cafeterías».

Camelias, el más veterano de los centros operativos en Vigo, tiene dos locales cerrados y otros tres en liquidación o traspaso. «Las ventas bajaron como en todas partes, y aquí no nos podemos quejar, la gente sigue viniendo, pero el problema es el alquiler», afirma la empleada de una tienda de ropa, que prefiere no dar su nombre, «porque no está la jefa» y no tiene permiso para hablar. Un ejemplo, el local que ha dejado vació la peluquería Llongueras (unos cien metros cuadrados) cuesta 4.000 euros al mes. Otro establecimiento que ahora ocupa Movistar, mucho más pequeño que el de Llongueras, cuelga el cartel de «se alquila». Su precio es de 1.950 euros al mes más 200 de comunidad.

El centro Gran Vía ha sido el último en llegar al escenario comercial vigués, pero también se resiente. El cierre (hasta siete establecimientos) no solo afecta a los negocios de hostelería. Al coste de los alquileres y a la caída generalizada de las ventas se suma una situación de inseguridad jurídica que trae de cabeza a los empresarios.