La reina del spray gallego es de Vigo

VIGO

La viguesa Silvia Rodríguez Pena se tomó en serio el arte callejero y desde hace una semana es la «reina del spray» tras superar a 30 hombres en el concurso Galiza Crea

23 nov 2007 . Actualizado a las 13:08 h.

Lleva desde los 18 años flirteando con los sprays. Con 28 ya es una de las veteranas de la ciudad de Vigo y desde hace una semana también es la mejor grafitera gallega. Silvia Rodríguez Pena era la única mujer que se presentaba en la modalidad de grafiti del premio Galiza Crea y superando a unos treinta rivales se hizo con este galardón.

El caso de Silvia es uno más de mujeres en terrenos que sólo habían pisado hombres. Hace diez años empezó a trabajar con sprays en Vigo con sus amigos. Con el paso del tiempo, su talento fue reconocido en varios certámenes gallegos, hasta el día de hoy en el que además de decir que es la única gallega que se ha dedicado en serio al grafiti también es la mejor.

Para hacerse con el primer premio Silvia estuvo trabajando, al igual que el resto de participantes, en su muro unas cuatro horas cuyo resultado fueron unas letras rosas espectaculares y limpias en las que se puede leer su nombre de guerra y que le hicieron merecedora del premio. Y es que, como explica Silvia, aunque la mayoría de las personas nos fijamos en los adornos y dibujos de los grafitis, lo realmente importante son las letras. «Tengo que reconocer que los grandes escritores -así se llaman también los grafiteros- somos muy egocéntricos. Nos gusta ir poniendo nuestra huella, nuestro nombre, por todos lados, para subirnos un poco el ego y entiendo que eso puede llegar a molestar».

Silvia reconoce que ahora que ya se ha tomado en serio el tema del grafiti es partidaria en un 50% de inundar los muros de la ciudad con su firma, «así empezamos todos», pero ahora apuesta por intervenciones «mejores y cosas más curradas», con una orientación más artística. Normalmente junto a amigos planifican un diseño para un muro y se pasan un día entero trabajando en las letras, adornos, figuras y sus colores.

Conocida en el mundillo como Sax, Silvia ve el grafiti como un hobbie que le permite expresarse con total libertad y, por eso, aunque tuvo ocasiones de vivir profesionalmente de su talento prefirió dejarlo únicamente para su tiempo libre. Prefiere su vida así, trabajando en una cadena de Citroën a diario como tantos otros vigueses y los fines de semanas reunirse con sus amigos y pasarlo bien con un par de sprays y «sin hacer daño a nadie».

Aunque la Casa da Xuventude les consigue muros, normalmente se van a las afueras de la ciudad en busca de fábricas abandonadas y lugares para poder hacer sus grafitis. Acuden a estos sitios más alejados para evitar problemas con la policía viguesa, aunque Silvia reconoce que muchas veces hay agentes que cuando les ven trabajando les felicitan por su trabajo. «Los hay que vienen de buen rollo y nos dicen ?os está quedando muy bonito? y se van», reconoce entre risas. Pero también depende de los alcaldes y por ahora aún no tiene clara su valoración de Caballero pero sí la de los anteriores. Por ejemplo, no está muy de acuerdo con las medidas que tomó el gobierno de Corina Porro que impiden que uno pueda decorar con grafitis los muros de sus propia vivienda.