El lacón con grelos según Javier Veiga

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

22 nov 2007 . Actualizado a las 11:59 h.

Ese podría ser el resumen de la gala del turismo y la gastronomía celebrada el martes en Pontevedra. Es la primera vez (que se sepa) que en una cita de este tipo el auditorio no aprovecha para echarse una siesta. Ahora ya sabemos cuál es el antídoto contra el sopor de los tediosos e interminables actos de entrega de premios: Javier Veiga. El periodistas, pero sobre todo showman, no dio tregua al respetable que, después de hora y pico quería más. Y eso que la cosa empezó así-así por culpa de una complicada asignación de asientos.

Claro que aunque la sesión de risoterapia gratuita que tuvieron los más de 600 asistentes fue cosa de Javier, el acierto principal hay que adjudicárselo a Guillermo Campos. Él fue el que se empeñó (quizá de forma literal a juzgar por el caché) en contratar al grovense como conductor. Y el que acertó. Al César lo que es del César.

Y a los ganadores, lo que es de los ganadores, entre ellos algunos que nos quedan bien cercanos. Por ejemplo, el Balneario de Mondariz, elegido mejor alojamiento; o el Ifevi, mejor oferta complementaria. Aunque el que más nos gustó fue el de mejor labor de divulgación turístico-hostelera. Entenderán que así sea porque se lo adjudicó La Voz de Galicia, es decir esta su casa.

Pero si algo sacamos en limpio (además de la empanada de vicio, el rape con salsa de almendras, los crujientes de langostino...) fue que los gallegos hemos de aplicarnos un poco más en el campo de la promoción gastronómica. También en este asunto Javier Veiga ofreció su particular aportación.

Vino a proponer un cambio radical en los nombres de algunos platos como primera medida para hacer más atractivas las cartas. Por ejemplo, se acabó el «soso» (sólo en lo literario) lacón con grelos; a partir de ahora será Variado de ibéricos a las mil legumbres. Otro tanto de lo mismo ocurrirá con las xoubas fritas, cuya nueva denominación podría ser Sardinitas de temporada en tempura; o con la empanada de zamburiñas que, por arte del maquillaje lingüístico se convertirá en Hojaldre relleno de reducción de vieiras.

No es de extrañar que, una vez rematado el acto, entre pinchito y pinchito, recibiera tantas felicitaciones (o más) que los premiados. Especialmente acertada fue la explicación que ofreció acerca de por qué Álvaro Cunqueiro, nombre de siempre unido a la gastronomía, se llamaba como se llamaba: Impepinablemente, bebía el vino en cunca, de ahí el apellido; ni que decir tiene que su vino favorito era el albariño.

Cuando al fin las luces del Pazo da Cultura se encendieron, la foto fija era una ristra de caras con la sonrisa de oreja a oreja. Incluida la de César Cunqueiro, que no estaba allí por ser hijo de su padre (igual también), sino de notario de los premios. Y las de José Carlos Capel, David Barco, Xurxo Rivas, Pepe Solla, Xoán Cannas, Alfredo Castrelo, Juan Vieites, José María Fonseca, Pepe Rodríguez, Cristina Alcalá, Marcelo Tejedor, Francisco García Bobadilla... Y los 590 invitados más. Igual si los organizadores de los Óscar supieran de la existencia de Veiga, en la próxima edición no caía frita la mitad de la audiencia a la quinta nominación.

No abandonó Pontevedra. Y es que allí puede contemplarse hasta el día 24 la exposición Vieiro da Franqueira. La asociación del mismo nombre nació por acuerdo de los municipios por los que atraviesa el camino, esto es, A Cañiza, Covelo, Mondariz, Mondariz Balneario, Ponteareas, Redondela y Soutomaior. Por eso no se perdieron el acto de apertura, en el que ejerció de anfitrión Rafael Louzán, Agustín Reguera, José Antonio Lorenzo, Helena Fernández y Eduardo Reguera.

Se trata de un proyecto multidisciplinar que engloba cultura, medio ambiente, etnografía y turismo verde y que discurre a lo largo de 42 kilómetros, siempre por escenarios vinculados a la ruta que lleva al santuario de la Franqueira desde distintos puntos de la provincia. «La mirada también habla». El es título de otra exposición. En este caso enseña la realidad de niños que crecen en entornos bien precarios y pretende contribuir a una mayor sensibilización social. Son 30 fotografías realizadas en Bolivia, Camboya, India, Senegal, Cuba y España y puede contemplarse en la Fundación Celta. Las instantáneas son obra de voluntarios de diferentes ONG y la encargada de reunirlas ha sido la Fundación Juan Soñador.