Vigo e India, cerca en la lejanía

La Voz

VIGO

ÓSCAR VÁZQUEZ

La Mirilla

20 oct 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Cualquier disculpa es buena cuando de ser solidario se trata. No importa la distancia. Lo que importa es querer llegar. Es lo que se ha propuesto Bugui García y, por el entusiasmo con el que habla, fijo que lo logra. Este personaje de la noche viguesa es un hombre de contrastes. Su mundo profesional gira en torno a la discoteca Embassi, pero el personal anda por otros derroteros. Estos días, sin ir más lejos, se ha embarcado en un proyecto para conseguir fondos para construir un colegio en la India, en el estado de Karnataka para más señas. Amante y practicante del yoga, a principios de año se tomó unas largas vacaciones. Lejos de elegir paraisos playeros al uso, se decantó por un viaje más espiritual. Así fue como contacto en la India con Chukki Nanjundaswami, presidente de la Fundación Amrita Bhoomí (Tierra Eterna) y Sergio Oceranski, responsable de redes internacionales y relaciones con movimientos sociales en África, Asia y América Latina de Solidaridad Internacional. Contacto también así con el movimiento campesino y llegó a la conclusión de que para aquellas gentes pintan bastos si no cuentan con apoyos. Enseguida tuvo claro que quería echar una mano. Y en eso está. Le hablaron de que se necesita dinero para construir una escuela e inmediatamente puso a funcionar el chip. Ya saben que con poco dinero de aquí se hace mucho allí. Además de que querer es poder. Y lo que quiere es organizar una noche solidaria el próximo 22 de diciembre. Cada consumición que ese día se realice en las discotecas y locales varios de copas de la ciudad tendrá premio. Para los niños de Karnataka, claro. Porque un euro de cada cubata (o lo que sea), se destinará a construir un mundo más libre y justo. Esta vez en forma de escuela. La ha montado la Fundación Mapfre en el aparcamiento del Ifevi. Creen, con acierto, que en esto de la seguridad vial lo mejor es prevenir. Precisamente su intención es fomentar actitudes responsables y cívicas en relación con el tráfico entre los más jóvenes. Con tal motivo, ayer abrieron un aula rodante y un circuirto de karts, en los que esperan, con los brazos abiertos, a escolares de entre 9 y 12 años. Los primeros 66, del colegio El Pilar, a los que no amilanó la lluvia, llegaron ayer. Según me cuentan, el carné por puntos se convirtió en tema recurrente a la hora de las preguntas. Sintomático. Lo digo porque parece que todos estamos más preocupados por no perder puntos que por cumplir las normas. Incluidos los futuros conductores. Es comprensible. No se puede hacer un viaje de 7.000 kilómetros para pasar unas horas en A Guarda haciendo nuevos hermanos. Por eso, la delegación de Santo Domingo, con Roberto Salcedo, el alcalde la ciudad caribeña a la cabeza, ha aprovechando el desplazamiento para hacer turismo y, de paso, amigos entre la clase política gallega. Ayer, por ejemplo, hubo un poco de todo. Por la mañana visitó a su homónima viguesa, Corina Porro con la que, además de abrazos, intercambió regalos. Luego se desplazaron Santiago donde, por mor de los presupuestos, no pudieron verse con Touriño. Terminaron el periplo en Baiona, al pie de la copia de la carabela Pinta en la que un día Colón y sus hombres descubrieron su continente. Para hoy han reservado el acto más emotivo, descubrir la placa de la calle que, a partir de ahora en A Guarda, llevará el nombre de su ciudad, Santo Domingo. Esta tarde es la tarde. La Orquestra de Cámara Galega estrenará Intres porriñeses, la obra con la que el compositor Rogelio Groba quiere demostrar su afecto por la capital del Louro. Dice el músico que la composición no es sólo suya, sino de todos los porriñeses, que son los que la llenan de contenido. «Yo sólo le di forma», dijo. Y añadió «espero que los que acudan al concierto se escuchen a sí mismos». Bonito regalo.