Familias rotas que no pueden olvidar

Donato Rey PONTEAREAS

VIGO

Reportaje | Represaliados del 36

16 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

?ientras que para muchos la guerra civil y la posguerra sólo ha supuesto un capítulo de la historia de España que hay que estudiar y conocer para entender la historia del país, otros viven cada día soportando, como una losa, el peso y los efectos de una masacre en la que algunos de sus familiares perdieron la vida por la defensa de unas ideas o valores. En Ponteareas, una villa que ha estado marcada por los símbolos franquistas en plazas o calles, un grupo de personas, integrados en la Comisión de la Memoria Histórica del 36 comenzaba ayer su programa de actividades encaminadas a homenajear a las víctimas de tan oscuros años, con la celebración de un festival de música y poesía, al que le seguirán en fechas próximas conferencias y nuevos actos de carácter cultural, además de la colocación de una placa o una escultura en un lugar significativo de la villa. El recuerdo de los represaliados y represaliadas de la villa es entendido como un acto de justicia, pero, al mismo tiempo, aviva el fuego y el rencor de muchas familias que perdieron a alguno de sus miembros en aquellos años, en los que se calcula que más de 80 personas fueron asesinadas y 32 asesinadas, «despois de consellos de guerra amañados», como señalan desde la Comisión. Los libros de defunción de los registros civiles, la documentación de archivos militares y testimonios de vecinos y vecinas del concello han servido para elaborar un dato que podría ser mayor, ya que sólo contabiliza los años de guerra, pero no los posteriores. En cualquier caso, un número más que suficiente para que personas con las que cada día nos cruzamos en la calle guarden en su interior relatos desgarradores, como el de Concepción González Trigo «Chiña», quien presenció como torturaban duramente a un tío, y encarcelaban a su madre para dar caza a su padre, Herminio González Cobelo, concelleiro socialista y último presidente de la Casa do Pobo. Chiña relata que a pesar de fugarse a Portugal fue entregado a las patrullas falangistas de Ponteareas, quienes lo «asesinaron impunemente» en el Pinal do Foxo, en la parroquia ponteareana de Xinzo. El inexplicable argumento que provocó cientos de asesinatos en toda España queda claramente reflejado en una carta que el padre de María José Fernández Vega «Fefa», antiguo médico y gobernador civil de Málaga, envió a su madre cuando estaban a punto de asesinarlo, tras haber sido capturado en los años de posguerra. Sencillas y breves pero muy esclarecedoras las últimas palabras escritas por José Antonio Fernández, en las que apuntaba que «tan solo el ideal político me lleva a la muerte».