María Moreira viste a las novias de rojo

La Voz

VIGO

La Mirilla

30 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace años que se la echó al hombro María Moreira que, a base de trabajo y buenas ideas, ha pisado las pasarelas más importantes. Se estrenó en Cibeles en 1983, cuando la marca Galicia apenas daba tímidos pasos en el mundo de la moda. Por entonces lo suyo era el punto tricot. Lo sigue siendo porque, además de ser un terreno que domina con maestría, se divierte haciéndolo. De hecho, acaban de llegar a las tiendas sus últimas propuestas en ese campo. Pero María no ha sido nunca mujer de tocar un sólo palo. De su taller de Villaza han salido desde prendas deportivas hasta premamá. Ahora está plagado de sedas, encajes, organzas y demás telas típicas de los trajes de novia. Lo que ya no es tan típico es el colorido. Como casi siempre, su apuesta es valiente, por no decir arriesgada. Tanto que quiere transformar el tradicional blanco y radiante por el sorprendente rojo y sexy. No he tenido la oportunidad de contemplar toda la colección, pero sí me ha hecho llegar un aperitivo en forma de fotografía (sí, la de la derecha), que evidencia por dónde van los tiros. Este traje en particular, de corte imperio y línea sirena, está confeccionado en seda salvaje. Si esta sección la firmara un experto en moda contaría que el volumen del traje se acentúa aplicando juegos de volantes en diferentes texturas, que van desde la seda a la organza pasando por el encaje de chantillí; que la espalda adquiere protagonismo frente al delantero y que los godés asimétricos, los volantes en costura y las flores aplicadas acentúan el volumen deseado. Como la que lo firma es una servidora lo que ha hecho es pedir a su creadora que me contara en pocas palabras los rasgos más característicos de su creación. Y eso hizo. No es esta la primera vez que María diseña trajes de novia. De hecho en los 90 hizo algunos desfiles, pero confiesa que lo aparcó porque requiere mucha dedicación, amén de personal especializado para que los acabados sean excelentes. Aunque el aparcamiento nunca fue total, ya que cuando alguna de sus clientas incondicionales le pedía algo especial, no sabía decir que no. Ahora vuelve con ganas y, como siempre, arriesgando. El mercado dirá si está preparado o no para tanto riesgo. No es la primera vez ni será la última que la pintora Helena Amaral suma su granito de arena en alguna buena causa echando mano de las armas que mejor domina, el lienzo y los pinceles. El imperdonable traspapele de un sobre, junto con la correspondiente información gráfica que portaba, es lo que provoca que les cuente con retraso la última (seguro que ya es la penúltima) de esas colaboraciones. Fue con la Fundación Internacional Josep Carreras, a propósito de un concierto celebrado en Barcelona para recaudar fondos contra la leucemia. Dado que el apartado musical no es el fuerte de Helena, optó por hacer su aportación en forma de pintura, que de eso sí sabe un rato. La temática, como siempre, floral. Eligió en esta ocasión gladiolos blancos, en cuyo topo aparecen algunas notas musiciales de una de las arias favorítas de José Carreras, de la ópera Manon, de Jules Massenet. El acto reunió a 1.600 personas, la mayoría de ellas anómimas, pero otras muy conocidas. Como Marta Ferrusola, Mar Flores, Eduardo Gamir, Antonia Del'Atte y hasta Philip Junot, aquel primer marido de la princicesa Carolina de Mónaco, y hasta la nietísima, Carmen Martínez-Bordiú, aquel día sin su José Campos. Curiosamente, la última vez que Helena Amaral estuvo en Vigo fue también para hacer un regalo. En este caso al Concello. Un preciso cuadro de camelias blancas para sustituir a otro desaparecido misteriosamente de la alcaldía hace años. Fue el 12 de mayo. Todo estaba listo pra que Corina Porro recibiera a la artista en su despacho y le agradeciera la donación pero, al final, no pudo ser. Y no porque Helena no fuera puntual, que lo fue, sino porque minutos antes de la hora prevista para el encuentro estalló la crisis que terminó por apartar a José Manuel Iglesias de la concejalía de Obras y la agenda de la alcaldesa, necesariamente, se trastocó por completo. El encargado de recibir el cuadro fue entonces el responsable de protocolo, Avelino Sanluis, quien quedó en organizar un nuevo encuentro cuando las aguas volvieran a su cauce. No sé si es que no han vuelto o es que las agendas de las protagonistas no son fáciles de conciliar, pero Corina y Helena todavía no han tenido oportunidad de saludarse. En Baiona está ya casi todo preparado para que la regata Príncipe de Asturias suelte amarras. El programa está prácticamente ultimado. De lo que no se sabe nada es de si vendrá el titular de la prueba, ya saben, Don Felipe de Borbón, o no. El año pasado lo hizo, pese a lo avanzado del embarazo de la Princesa, así es que no se descarta que éste, si no tiene otras obligaciones de Estado más perentorias, también nos visite. Si, finalmente, lo hace podrá comprobar, por cierto bien cerca, los terribles efectos del fuego y cómo empiezan a combatirse. Pues eso.