Últimos retoques al «jalpón friki»

La Voz

VIGO

La Mirilla

13 may 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Todo (o casi) está a punto en la parroquia porriñesa para subir el telón de su festival de cortos. Por cierto, que vayan temblando en Cannes. Lo digo porque las previsiones de los organizadores se han quedado, no ya cortas, sino raquíticas, a medida que se acerca el día D. «La imaginación de la gente no tiene límites», afirma Alfonso Pato, uno de los principales armadanzas del invento. Según me cuenta les han llovido los ofrecimientos para mil y una iniciativas. La mayoría han tenido que rechazarlas. Lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. No disponen de tiempo ni de escenario para tanta creatividad como anda suelta. Pero todo se andará. Las propuestas no han caído en saco roto, sino en un saco demasiado lleno. Y eso que sólo se trata de la segunda edición del festival. Lo dicho, que tiemble Cannes. Hasta Iñaki Gabilondo ha tenido que rendirse a la evidencia. Porque, a la vista de lo acontecido el año pasado, las proyecciones son sólo la disculpa para todo lo demás. Y menudo demás. Este fin de semana darán los últimos retoques al jalpón friki , que servirá de punto de encuentro y en el que el viernes se abrirá el apartado cinematográfico con la proeycción de Ciudadano Cans . Anxo Cendal e Iván González se han trabajado una divertida historia que narra los comienzos del festival, justo hace un año. Les anaticipo la sinopsis: «22 de mayo, en Madrid caen chuzos de punta mientras se celebra una boda real; en Cans pega fuerte el sol...» Y hasta aquí puedo leer. Pero Ciudadano Cans será uno más de los 18 cortometrajes que, después de una complicada criba, podrán verse el sábado en las cinco salas (ya saben, galpones y cuadras) habilitadas al efecto. El transporte oficial entre ellas seguirá siendo el tractor con remolque, cuya flota se ha duplicado en esta ocasión para evitar aglomeraciones en las paradas. Siempre bajo la coordinación (me refiero a la flota de tractores) de Pepe Puime, nombrado jefe oficial de chimpines. Entre los viajeros habrá muchas caras conocidas. A las presencias ya anunciadas en su día (Celso Bugallo, Teté Delgado, Sergio Pazos...) hay que sumar la de Ernesto Chao, actor de oficio que tiene encadilada a media Galicia con su incalificable personaje de Miro Pereira. En resumidas cuentas, que el perro de Cans (trofeo que se llevarán los premiados), no tiene nada que envidiar a la palma del certamen francés. De hecho, son tantos los que suspiran por tocar uno de los cotizados trofeos de granito que ha diseñado Paco Candáns, que se están planteando hacer copias en miniatura. Pues que dure la fiebre. Y no abandono O Porriño ni las artes, en este caso fotográficas. El Museo de Pontevedra acaba de abrir una muestra de José Moreira (1888-1967). En total un centenar de imágenes seleccionadas entre las más de 3.000 que su hijo había conservado. Moreira fue durante décadas el fotógrafo oficial de O Porriño. Prácticamente todos los vecinos acudían a su estudio cuando querían retratarse. Además de autodidacta, exploró nuevas formas de trabajar. En este sentido, según queda patente en la exposición, se desmarcaba con frecuencia del estilo al uso en los fotógrafos de su época, situando a los retratados en escenarios poco habituales, lo que se traducía en obras austeras y con gran realismo. Muchas fotografías firmadas por él figuran hoy en multitud de álbumes familiares al otro lado del Atlántico o de los Pirineos. Y es que eran años en los que la emigración estaba en plena y obligada efervescencia. Vamos, como hoy, sólo que en sentido inverso.