COMENTARIO
11 ago 2003 . Actualizado a las 07:00 h.TENIENDO en cuenta que faltan menos de cincuenta días para que la Organización Mundial del Comercio (OMC) se reúna en Cancún para celebrar su quinta Ronda Ministerial, creo que se ha llegado a un momento más que decisivo para las relaciones comerciales a nivel internacional y sobre todo después de haber pasado por el punto crítico de la Ronda de Doha. La situación económica actual puede suponer, como dice la Comisión de la UE, el que una desprotección del 50% supondría un aumento importante de la actividad económica global. Pero ello, no cabe duda, no produciría beneficios para todas las actividades socioeconómicas algunas de las cuales se verían distorsionadas, aunque previsiblemente sí se verían beneficiados los consumidores y países en vías de desarrollo. Para Galicia es mucho lo que se juega en las negociaciones de la OMC. Las cuestiones agrícolas y pesqueras, son para nuestra comunidad cuestiones difíciles, complejas y delicadas; y es evidente que los intereses de la Unión Europea ha dejado de radicar en estos sectores y ahora sus decisiones van encaminadas a los servicios que generan del 70% del PIB comunitario frente a la agricultura que supone el 4% o la pesca que es menor del 1% de la Unión Europea. Por ello, lo que está en juego en esta nueva Ronda, es si estamos dispuestos a correr el riesgo de perder ventanas económicas de oportunidad frente a reformas sobre lo agrícola y pesquero. No cabe duda que es preciso avanzar y realizar esfuerzos para fortalecer la competitividad, el empleo y sobre todo la prosperidad de la Comunidad Europea; pero ello no debe perjudicar irreversiblemente cuando no existen alternativas inmediatas, a regiones dependientes de la agricultura y la pesca en gran medida. Los que tenemos previsto participar, solicitaremos de las Administraciones que además de los beneficios que se puedan producir para actividades de nuestras economías, para nuestro medio ambiente y consumidores; también se busquen posiciones equilibradas para el complejo mar-industria y que los posibles efectos de las negociaciones respondan a lo que los sectores esperan de garantizar sus actividades futuras y que las inquietudes sobre los efectos, que deriven de las negociaciones reconstruyan la confianza en el sistema e institución multilateral de comercio. Confieso que, aunque un ferviente defensor del Comercio internacional programado y abierto, la situación con la que afrontamos la nueva Ronda de la OMC me produjo cierta intranquilidad por el trato dispensado en los últimos tiempos por la UE a ciertos sectores vitales en la economía gallega. Pero también sé que el mundo empresarial sabrá adecuarse a los nuevos cambios mediante estrategias productivas. Sólo así saldrán ganadores.