Recordamos el día que el Deportivo disputó ante el Rayo Vallecano un encuentro liguero el 1 de enero de 1994 con la resaca de la nochevieja y ostentando el liderato de la liga. Un duelo con un contexto peculiar en una temporada inolvidable para los blanquiazules

Fabián Bouzas

Fue aquella una Navidad atípica, o mejor un año nuevo atípico. El calendario de liga obligaba a Deportivo y Rayo Vallecano a abrir el telón futbolístico en 1994 con el encuentro adelantado de la jornada 17. Así, madrileños y deportivistas se medirían en Vallecas el 1 de enero de 1994, con las uvas a medio digerir y las campanadas de la medianoche anterior todavía resonando en el ambiente.

Estaba siendo aquella una temporada de altura para el Dépor. En plena vorágine del Superdépor, Arsenio Iglesias había engrasado la máquina futbolística herculina que funcionaba con la precisión de un reloj. Un bloque defensivo impenetrable y rocoso, un Liaño que tras 16 encuentros de liga apenas había encajado cinco goles, un centro del campo donde Donato y Mauro Silva ponían el trabajo y el talento defensivo y donde Fran ponía la imaginación y la clase. En la delantera, la leyenda Roberto Gama de Oliveira, Bebeto seguía escribiendo su historia llevando al Dépor a luchar por objetivos inimaginables.

César Quian

Porque aquel Rayo Vallecano - Dépor del 1 de enero se jugaba con los blanquiazules como líderes del campeonato. 24 puntos en 16 jornadas, 10 victorias y solo dos derrotas y un empaque y unos conceptos que convertían al Dépor en un aspirante a todo. Como siempre, el Barcelona acechaba pese al magnífico campeonato deportivista, los de Johan Cruyff se mantenían segundos con 23 puntos, a uno de distancia.

Llegaba aquel partido del 1 de enero de 1994 tras una previa marcada por un descanso de 12 días que futbolistas como Bebeto y Mauro Silva habían aprovechado para viajar a Brasil a descansar y disfrutar con sus familiares y amigos. Incluso, en aquella época se rumoreaba con una posible oferta del Sao Paulo, ganador entonces de la Copa Libertadores a Mauro Silva, algo que él negaba en su regreso a Alvedro: «Hubo gente en Sao Paulo que me preguntaba por mi fichaje, les dije que no, que estaba muy contento en A Coruña, aunque algún día puede que vaya al Sao Paulo, pero no antes de un par de años». Bebeto, quien regresaba a A Coruña dos días antes del duelo ante el Rayo ya hablaba entonces del gran anhelo en 1994: «El pichichi es lo de menos, el año pasado lo gané y no supuso nada para el equipo. Lo que importa de verdad es ganar el campeonato, no es fácil pero tenemos calidad suficiente para lograrlo. Sé que la afición del Dépor está de mi lado y para un jugador es fundamental sentir ese cariño», se explicaba entonces el delantero.

Arsenio Iglesias: «Pasé una vez un fin de año solo en un tren, para mí esto no tiene mucha importancia, esto de las uvas es un requisito al que estamos todos tan sujetos por un pasado y unas costumbres que a mí me traen un poco sin cuidado»

Aquel Dépor tenía dos viejos conocidos del Rayo que fueron actores secundarios durante aquella histórica temporada; Paco Jémez y Pedro Riesco. El entonces central y ahora entrenador de Las Palmas, que apenas estaba contando con minutos para Arsenio Iglesias mostraba en los días previos al partido ante el Rayo su arrepentimiento por fichar por el Dépor: «Si pudiera dar marcha atrás lo haría, porque lo estoy pasando muy mal aquí, sin jugar. Preferiría estar en un equipo con menos aspiraciones que el Dépor y jugando. Si pudiera volver atrás no habría venido al Deportivo».

El conjunto herculino viajaba a Madrid en la tarde del 31 de diciembre y pasaría la última noche del año concentrados en el hotel Sanvy. Con la sencillez y claridad que siempre le caracterizó explicaba Arsenio Iglesias la atípica nochevieja que pasaría el Dépor en Madrid: «Será como cualquier víspera de partido, luego si los jugadores tienen empeño en tomar las uvas, encantado. Para mí lo de las uvas es un requisito al que estamos sujetos por unas tradiciones y costumbres que me traen sin cuidado, pero no tengo inconveniente en un brindis o cualquier cosa». Y proseguía o Zorro de Arteixo sobre el partido y aquella temporada: «Todo lo que no sea perder es importantísimo, a todos nos ciega la soberbia y a todos los equipos nos cuesta mucho ganar. El primer puesto es dificilísimo mantenerlo. Hay muchos lobos que acechan empujando duro para arrebatárnoslo».

César Quian

El Dépor formó ante el Rayo con su once de gala que se recitaba de memoria: Liaño; López Rekarte, Djukic, Ribera, Voro, Nando; Mauro Silva, Donato, Fran; Claudio Barragán y Bebeto. En el Rayo era baja su eterno capitán Cota, pero destacaban figuras como el carismático meta Wilfred, Onésimo, Hugo Sánchez o Visnjic.

El encuentro fue tremendamente igualado. En el Dépor vaticinaban un partido cerrado y parejo y así fue. En la primera parte el Rayo Vallecano fue quien llevó las riendas del partido, pero el Dépor, con su armazón defensivo funcionando a pleno rendimiento, supo anular los ataques rayistas con mucho orden, concentración e intensidad. Solamente a través de los disparos lejanos supo el Rayo crear cierto peligro a Liaño, aunque al descanso se llegó con empate sin goles y con el meta del Dépor sin apenas tener que intervenir.

Ya en la segunda parte el Dépor se dejó ver más en ataque. Rekarte y Nando se prodigaron más en ataque por las bandas, Fran empezó a conectar por dentro con Bebeto y Claudio y los blanquiazules mostraron el arsenal de fútbol que les erigía en lo más alto de la liga. Bebeto tras una asistencia de Claudio tuvo el primero pero mandó el esférico rozando el poste, mientras que en su segunda intentona, con un zurdazo tras centro de Fran desde la izquierda se encontró con la seguridad de Wilfred. El meta nigeriano del Rayo fue el mejor del partido con una actuación primorosa que evitó el triunfo de los de Arsenio. Donato con un derechazo de falta y, ya en el tramo final, un cabezazo de Bebeto que Wilfred enviaba a córner tras sacar una mano felina acabaron por cerrar las puertas del Dépor al triunfo. En un partido complejo por el rival, el estado del campo y una fecha inusual el conjunto herculino arrancaba un empate sin goles.

César Quian

Arsenio, quien se quejó de un penalti «clarísimo» sobre Claudio en el partido dio por bueno el punto: «Nuestros marcadores estuvieron soberbios, nos está faltando mucha efectividad este año, si hubiésemos marcado el Rayo se habría venido abajo. Lo importante es que el equipo dé buena imagen, de bien armado, de equipo que no se asusta y que no se viene abajo». Efectivamente el Dépor no se vino abajo en Vallecas y tampoco lo hizo durante aquella histórica temporada. Sí, fue la liga de aquel penalti, una liga donde el Dépor tropezó dos veces ante aquel correoso Rayo. Tras el navideño encuentro de la primera vuelta el conjunto herculino sufrió un dolorísimo tropiezo ante los rayistas en la segunda vuelta, en la jornada 36, no pudiendo pasar tampoco del empate sin goles en Riazor.

Un empate que a la postre sería decisivo para que aquel título se escapase de las manos. Para el recuerdo queda aquel navideño recuerdo en Vallecas, aderezando con fútbol lo que sería una campaña histórica para un Dépor inolvidable.