Se cumplen 14 años de la grave lesión de Manuel Pablo

La Voz

HEMEROTECA

La gravísima lesión de Manuel Pablo en el derbi de 2001 marcó la carrera deportiva de un jugador con una proyección imparabale

01 oct 2015 . Actualizado a las 16:47 h.

Dieciocho temporadas en el Deportivo,  473 partidos jugados, cuatro títulos conseguidos como blanquiazul, presente en las grandes gestas europeas en la Champions League... y, especialmente, una imagen imborrable de su fatídica lesión en el derbi gallego de 2001. 

La figura de Manuel Pablo ha sido crucial para entender las dos últimas décadas del deportivismo. Desde la cima de la élite con la conquista de la liga, hasta los años del infierno de segunda, el canario se ha mantenido como la constante que lo ha vivido todo estos años bajo la casaca blanquiazul.

Pero su peor momento personal no fue ninguno de los dos descensos, ni cualquier dura derrota ante el eterno rival, sino aquella fatídica noche del 30 de septiembre de 2001 en Riazor. Un balón dividido, dos piernas al choque y una imagen desgarradora que heló el corazón de los aficionados al fútbol desde casa y las gargantes de un Riazor lleno hasta la bandera para recibir al Celta.

Manuel Pablo sufrió aquella noche la peor lesión de su carrera deportiva, una fractura abierta de tibia y peroné en un lance completamente fortuito con el brasileño Everton Giovanella. El lateral derecho, un fijo en el once de Irureta y de la selección española, era una de las realidades más incipientes de aquel Dépor ilusionante que competía por todo a principios de siglo. El canario era un auténtico pulmón en la banda derecha, sus grandes actuaciones ya habían llamado la atención de los grandes de Europa. Incluso el propio Augusto César Lendoiro llegó a admitir que había rechazado ese mismo verano de 2001, una oferta de 24 millones por el carrilero procedente del Real Madrid.

Tras aquella maldita jugada, el canario se repetía días después: «¿Adónde iba yo por ese balón?». El brasileño Giovanella, casi más afectado que el propio Manuel Pablo, no pudo reprimir el llanto tras ver las consecuencias de su entrada: «Ojalá estuviera yo en su lugar», maldecía el celeste.

Aquella lesión no solo daba al traste con la temporada de Manuel Pablo, también cortaba de paso la progresión imparable de un lateral espectacular. El canario estuvo practicamente un año de baja, celebró el Centenariazo siete meses después con muletas y pudo continuar su carrera en activo. Pero nunca volvió a ser el mismo que antes de aquella lesión.

La carrera de Manuel Pablo no se entiende sin aquella lesión. Pese a la misma, el jugador siguió en la élite del fútbol y disfrutó de grandes momentos en el Deportivo. Se erigió en un líder en el vestuario y desde la banda derecha siguió ofreciendo lecciones de fútbol que Riazor siempre agradeció. Ejemplo para jóvenes y veteranos, Manuel Pablo cumple su último año en el club herculino y, aunque actualmente está recuperándose de una lesión, es imprescindible para Víctor Sánchez por su valía humana y deportiva. Todo 14 años después de aquella maldita jugada.