Duelo de históricos en Riazor, dos equipos venidos a menos en los últimos partidos y cuyo duelo podría servir para variar la dinámica negativa en la que parecían sumidos. Durante la semana, acogimos de buena forma las declaraciones de Dani Barcia, asumiendo galones fuera del campo e indicando que la agresividad sin balón debe ser fundamental con la plantilla de la que dispone el Deportivo. Aunque haya que recalcar que se debe hablar siempre sobre el verde.
Antonio Hidalgo volvió a introducir cambios en el once como en él es habitual desde un tiempo a esta parte: Noubi, Mulattieri y Stoichkov; solo quedaba por observar la disposición sobre el césped ante un Valladolid al que le gusta (también) llevar las riendas del partido con balón. El resultado fue una nueva variante del técnico catalán: 1-4-4-2 para volver a dar con una tecla que perdió hace algunas jornadas. El plan de partido parecía inversamente proporcional a lo reclamado por Barcia en la previa: sin presión alta, bloque medio-bajo con los pucelanos llevando la iniciativa y los blanquiazules intentando transitar o conectar rápidamente con sus delanteros. Ni una cosa ni la otra en la primera parte: un Dépor (nuevamente) sin chispa sucumbía ante un rival superior.
Esperábamos una revolución tras el descanso, pero controlada y constante dentro del nuevo plan de partido. Tras solo la entrada de Arnau Comas por Barcia, la dinámica sí cambió tras la expulsión de Marcos André, exjugador del Ordes. Con 40 minutos por delante apareció el intervencionismo de Hidalgo: tres centrales, carriles para Mella en la izquierda y Luismi en la derecha juntando a Zakaria-Mulattieri en la punta. Pero la falta de continuidad en el juego no ayudó, tampoco las interrupciones constantes de los visitantes y la ausencia de un plan B ante el bloque bajo del rival. Solo Loureiro y Mella parecían entender el centro lateral como solución ante un rival hundido, para más inri con dos delanteros y gente de segunda línea en área rival.
Fueron solo 10 minutos en los que la esperanza retumbó en Riazor para dar paso al sonido de las alarmas, a pesar del empate.