Dani Barcia, un ejemplo para los niños descarriados de Abegondo

Iván Antelo A CORUÑA

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

09 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

No es fácil tener paciencia y acertar en esto del fútbol. Desde fuera puede parecer un camino de rosas en el que llueven los millones por trabajar hora y media diaria. Pero todo es mucho más complicado. Recibir halagos, siendo todavía muy crío, a la vez que ofertas que pretenden llevarte muy lejos de tu casa, es tan tentador como muchas veces una trampa que termina con final infeliz.

Dani Barcia sabe de lo que hablo. Me lo comentaba su padre, Toni, mientras paseaba tranquilamente por Luxemburgo horas antes de que su hijo disputara su tercer y último partido con la selección española sub-19, hace ahora tres años. Agentes y equipos comenzaron a llamar con insistencia desde que comenzó a destacar con 11 primaveras junto a Álvaro Carreras (Benfica), Hugo Novoa (Alavés), Trilli (Barcelona), Noel (Real Madrid) y compañía. Normal. Dani llamó siempre la atención. Un central, zurdo y de gran envergadura... Un caramelo, vamos.

Dani pudo irse muchas veces al equipo que hubiera querido. Pero no quiso. Se dejó engañar por su corazón blanquiazul, ese que late al ritmo del bombo de Riazor desde su primer día de vida, en el que lo hicieron socio. «Dani es deportivista hasta la médula», me explicaba su padre.

Barcia fue capaz, incluso, de esperar pacientemente en el banquillo sin jugar. Apenas lo hizo en la campaña 2023-24 y, aún así, renovó a ciegas esperando esa confianza que al fin le llegó esta temporada. Da rabia pensar que esta lesión le haya llegado justo en el momento en que había cumplido su sueño de niño. Pero volverá. Y mejor. Su historia servirá de ejemplo a todos esos jóvenes que amenazan con descarriarse en Abegondo. No hay nada más bonito que triunfar en tu casa.