De la mano de Helton Leite al pie de Mario Soriano

TORRE DE MARATHÓN

Helton Leite, en el momento de desviar el disparo de Peru Nolaskoain
Helton Leite, en el momento de desviar el disparo de Peru Nolaskoain César Quian

El duelo registró dos derechazos con rumbo a la escuadra: el meta voló para desviar el del Eibar y el centrocampista clavó el suyo en la red, dando el triunfo al Dépor

14 nov 2024 . Actualizado a las 09:56 h.

«En un partido, hay momentos en que la pelota golpea el borde de la red y, durante una fracción de segundo, puede seguir hacia delante o caer hacia atrás». Así arrancaba Match Point. La película de Woody Allen se llevó un Goya a la mejor película extranjera y una nominación al Oscar al mejor guion. El Dépor se llevó tres puntos por una versión adaptada de esa bola de tenis tocando la cinta, a la que Pablo Vázquez puso voz: «Hoy hemos sufrido todas las fases de un partido. Cuál es la diferencia: que el señor Mario Soriano la ha metido en la escuadra y que Helton ha parado la que iba de ellos a nuestra escuadra. El fútbol es así».

Sintetizaba el central en zona mixta ese doble viaje desde la frontal a la red en el que el duelo pudo caer de un lado u otro. Misma distancia, misma pierna de golpeo, misma intervención de un ex.

Peru Nolaskoain, que había sufrido al Dépor del último descenso, dejando a su paso aquel vídeo íntimo en el que confesaba su frustración —«No ganamos un partido ni a la ONCE, es increíble lo malos que somos»—, partía con ventaja en su disparo. Golpeó primero, cazando al vuelo y en volea el cuero repelido precisamente por Pablo Vázquez, en una intervención providencial. El zaguero había ido al suelo para tapar el chut previo de Carrillo. Junto a él, había acabado también tendido sobre el césped Helton Leite, estirado en previsión de que el intento superase a su compañero. Así que, cuando Peru soltó el cañonazo, el meta aún estaba recuperando la vertical.

No llegó a incorporarse del todo antes de volver a saltar. Se había vencido primero a su derecha y la pelota viajaba ahora buscando el ángulo a su izquierda, fenomenalmente dirigida con el exterior de la bota del rival. El gigante brasileño tomó impulso y se lanzó, interponiendo su mano más próxima a la hierba en el camino a la red. Esa zurda, firme, evitó el tanto eibarrés. «Ocupa mucha portería, es muy ágil para la envergadura que tiene», le reconocería luego Óscar Gilsanz.

Tras el míster, compareció el autor del chut que sí mereció un buen final. «Les había dicho a mis familiares que hoy tenía esa sensación de que iba a marcar (...). En cuanto he golpeado el balón sabía que iba muy bien», compartía Soriano, visionario por partida doble, además de excelente ejecutor.

Recorrió once kilómetros largos (de nuevo, el jugador blanquiazul que más distancia abarcó) para comparecer, consumida hora y media, en la frontal. Allí se lo encontró Yeremay, rescatado de una convocatoria con la sub-21 para permitirle asistir al gol (y en el gol). Recibió el canario de Lucas Pérez en el córner, fijaron entre ambos las marcas en el dos para dos, y el 10 envió el cuero unos metros mas allá.

Alcanzó con el pase al anterior portador de su dorsal. Ahora viste el 21; edad con la que se marchó. Quiso probar por adelantado el fútbol profesional y encontró un club de acogida en Ipurua. Ese que una noche de lunes rindió visita a Riazor. Se quedó hasta el descuento, tocando con los dedos el punto que Mario se llevó. Condujo la pelota hasta el final de la medialuna y allí la pateó. Antes de llegar a destino (el del 1-0 definitivo), salvó la cabeza de Guruzeta y la manopla de Magunagoitia. Se estiró al máximo el portero, pero le faltaron los centímetros de Helton. Y su agilidad. Match point.