Por mucho que se compare este inicio con el de la temporada pasada, no tiene punto de comparación, porque la Segunda División es más exigente. El año pasado se intuía que las victorias iban a llegar, porque el Deportivo era muy superior, pero ahora una de las dudas es la gente que ha venido: si son refuerzos de verdad o complementos. No podemos decir que los que han venido mejoran lo que había. Por ahora los palos son a Idiakez, pero todos tenemos la necesidad de saber si los que faltan por verse en el campo van a cambiar la cara del equipo. El partido del pasado sábado se inclinó por un error de Petxarroman, que ha quedado marcado, pero en el cómputo de estas jornadas siempre le ha faltado algo al Dépor.
Se ha caído en el error de llamar detalles a asuntos muy importantes: las jugadas de estrategia defensiva han costado puntos, lo que se une a que en el balón parado de ataque no se ha obtenido nada; y sobran experimentos en las alineaciones. Mella y Villares en los laterales son ocurrencias que hay que abandonar, porque la normalidad de la última alineación no sirve para ganar, pero sí demuestra que Obrador, Ximo, Mella y Villares en sus posiciones es donde mejor rinden.
Me está faltando jerarquía en el mediocampo, donde la pareja Villares-José Ángel no aporta solvencia defensiva ni salida de balón en el fútbol combinativo. Es verdad que los partidos se deciden en las áreas, pero se empiezan a ganar o perder en el centro. El Deportivo se agarra a lo de la temporada pasada, pero Mario Soriano en el medio no puede ser una opción A, ni una solución definitiva.
Tengo ganas de ver si el hombre al que se fichó para este puesto puede aportar lo que el equipo está necesitando. Me genera dudas que el entrenador no le haya dado bola. Su frase preguntándose cuántos partidos habíamos visto los demás de Charlie Patiño sonó despectiva. Solo él puede darse o quitarse razones, pero eso pasa por ponerlo. Cuando hayamos visto a todos, la crítica podrá trasladarse a la dirección deportiva, si es que lo que ha traído no mejora lo que había. Pero, mientras tanto, las culpas se reparten entre el entrenador y los jugadores.
Al Deportivo no le está dando para competir, pero sí que creo que podía tener tres puntos más: el empate contra el Burgos, el de Huesca y el de Córdoba. Pero lo que queda es la sensación de impotencia. Pese al dominio del juego, el equipo no es capaz de controlar lo que pasa en los partidos, no obliga a grandes paradas, sus estrategias son inocuas y, en cambio, el daño siempre se le hace a él.