El estadio de Riazor, en dos reformas mundialistas: un revulsivo para A Coruña más allá del Dépor
TORRE DE MARATHÓN
Acoger grandes citas musicales es el motor que invita a pensar en una renovación del recinto para 2030
05 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.No es seguro que el estadio de Riazor vaya a ser una de las sedes del Mundial 2030, que acoge España, Portugal y Marruecos, con participación en las primeras fases de Uruguay, Argentina y Paraguay. Sin embargo, de hacerse realidad, el recinto del Deportivo experimentaría la reforma pendiente, que le acercaría a las cuarenta y cinco mil butacas y le permitiría acoger eventos de primer nivel. Un revulsivo para la ciudad, más que para el equipo, como el que se experimentó en el Mundial del 82: «Con estas obras se conseguiría un estadio práctico, cómodo, funcional, y por tanto rentable», contó Ángel Fraga, presidente del comité coruñés del Mundial, a La Voz en mayo de 1981.
A pesar del compromiso con A Coruña, el responsable dejó claro en la misma entrevista que el nuevo estadio no iba a hacer milagros en el camino futbolístico del Dépor: «Bien sabe usted que el Deportivo lucha denodadamente por salir a flote del grave problema económico en que se encuentra desde hace tiempo». Lo cierto es que los setenta fueron una mala década para el equipo de la ciudad. Llegó a caer a Tercera División en el 73, su deuda sumó 83 millones de pesetas en 1978 y estrenó la década de los 80 en Segunda B. A Primera, no llegaría hasta la campaña 1990-1991, dieciocho años después.
A pesar de la etapa negra. La ciudad conseguía un estadio a su nivel. Antonio Desmonts, el director arquitecto de la remodelación del 82, recibió el encargo con apenas 30 años. «Aquello era un asunto tremendo que se me venía encima, y lo hacía yo solo, sin ningún equipo, y buscas documentación de estadios hechos en aquellos años y no había nada hecho», contó a este medio.
El diseño presentado contempló una cubierta colgada como la vela de un barco y, en principio, solo iba a afectar a la tribuna y a la grada de Marathón. Sin embargo, defectos estructurales graves en preferencia obligaron a su demolición y posterior reconstrucción, lo que finalmente supuso una remodelación total del estadio. La capacidad se quedó en más de 32.000 espectadores.
Más allá del Mundial del 82, quien inauguró como se merece el nuevo estadio fueron Miguel Ríos y Julio Iglesias. El primero tocó el 24 de agosto de 1983, con Luz Casal y Leño como teloneros. Y el segundo, tres días después. El resultado de ambas citas multitudinarias fue un césped calvo, que disgustó mucho al Deportivo.
Ese sentimiento fue el que evitó que el estadio de Riazor no albergase más eventos musicales de primer orden hasta una década después. La excepción llegó con el Concierto de los Mil Años, que congregó a Bob Dylan, Robert Plant, Neil Young, The Kinks, Chuck Berry, Wilson Pickett, Jerry Lee Lewis y Sting, entre otros, los días 8, 9 y 10 de julio de 1993.
Ese cita para la historia ya se hizo en el estadio del rebautizado SuperDépor. Mauro Silva y Bebeto, entre otros, inauguraron una época dorada que obligó a construir dos nuevas gradas en los fondos, que en los años finales de la década enterraron el óvalo de pistas y cerraron el estadio. Riazor se convirtió así en la bombonera donde el equipo vuela en solitario.
El siguiente lavado de cara tiene lugar con la construcción de los palcos VIP tras la conquista del título de Liga. Y la reforma de la cubierta, que comienza en 2017 y culmina en el año 2019.
Un nuevo estadio más allá del Deportivo
El horizonte del estadio de Riazor es ahora el Mundial 2030. Una esperanza que se ha marcado la propia alcaldesa de A Coruña, Inés Rey. «Esa reforma del estadio sería algo muy positivo, que tendría muchísimo retorno y que nos permitiría tener un estadio de primer nivel para usos más allá del deportivo», dijo la regidora la semana pasada en el espacio Cita en María Pita, del programa Voces de A Coruña, de Radio Voz.
La redacción del proyecto, que contempla el «Estudio previo para proyecto de ampliación y acondicionamiento del campo» del arquitecto David Estany, es subsanar diferentes carencias. Se pretende construir un párking cerrado, aumentar las zonas VIP, dedicar más espacios para los medios de comunicación y crear una estructura en tres anillos de gradas, con una Preferencia construida de nuevo desde cero, que de el salto de los 32.490 a las 45.055 asientos.
La renovación del estadio se estima en un coste de 62,5 millones de euros. Sin embargo, la meta del Ayuntamiento es tener un recinto que pueda acoger grandes eventos culturales. Lo cierto, la reforma del 82 guardó en el cajón los conciertos de los Rolling Stones, en 1995, U2, en el 2005, o Bruce Springsteen, en 2011. Esperemos que si llega el nuevo recinto lo haga, además, con un Deportivo en primera debajo del brazo.