En un día doloroso para todos los deportivistas, me gustaría recordar a Arsenio Iglesias por su enorme categoría como persona y como entrenador. Se volcaba desde el primer minuto con todos los jugadores, y especialmente con los que, como Bebeto y yo, veníamos de otro país. Fue decisivo en mi adaptación a A Coruña y al fútbol español. Cuando íbamos a otra ciudad, paseaba con nosotros, nos cogía del brazo y nos la iba enseñando. Se interesaba por nuestra familia, si se adaptaba bien o no... Fue una de las claves de que yo jugase 13 temporadas en el Deportivo.
Pero sería injusto no destacar también la relevancia de Arsenio como entrenador. Su enorme preocupación por la alimentación, por los buenos hábitos —nos llevaba a la sombra si nos quedábamos al sol después del entrenamiento—, por el estado de ánimo de los jugadores son parámetros habituales hoy en día en todos los clubes. Pero no lo eran en aquel momento, así que creo que fue un innovador en ese sentido. Además, tuvo la inteligencia de buscar el sistema de juego que mejor se adaptaba a las condiciones de aquel Superdépor, el 5-3-2 con el que fuimos el equipo menos batido de España. La conquista de la Copa del Rey y la Supercopa, con él al frente, puso los cimientos del Deportivo del título de Liga y de la Liga de Campeones.
Por todo eso y mucho más, pasados los años, volver a ver a un amigo tan querido fue una prioridad para mí cuando regresé puntualmente a A Coruña. Considero un honor haber aprendido tanto de él. Deja un legado maravilloso como buena persona, ciudadano ejemplar y extraordinario profesional. Desde Brasil, mis condolencias a su familia y a todos los deportivistas.