
La derrota en Alcorcón vuelve a plasmar los problemas del conjunto coruñés en sus bandas y la falta de confianza de Cano en las alternativas disponibles
15 ene 2023 . Actualizado a las 20:21 h.El Deportivo no sabe sufrir. Por si hubiera que recalcar la idea tras lo visto en Alcorcón (pero también en varios encuentros más de este curso, especialmente a domicilio), Óscar Cano llevó el mensaje listo a sala de prensa: «Tenemos un equipo muy purista, con una calidad enorme para dominar partidos. Pero cuando no tiene el balón, necesitamos jugadores que nos permitan pensar, percibir y sobre todo sentir que no nos van a hacer oportunidades de la nada, que nos vamos a quedar de pie». Futbolistas que, en opinión del técnico andaluz, escasean en su vestuario: «Es una carencia que tenemos, lo mismo que el resto de equipos tienen otras. Hemos elegido la identidad del Dépor y se ha hecho una gran plantilla, y ahora, para eso están los mercados, para fichar aquello que nos falta».
Estableció el míster el objetivo prioritario, reclamando «extremos con características que los de ahora no poseen. Capaces de rechazar al adversario, que defiendan, que no nos hundan». No encajarían en el perfil ni Yeremay ni Víctor Narro. Por eso ambos permanecieron en el banquillo de Santo Domingo mientras el Dépor se perdía por sus bandas. Tan convencido estaba Cano de que el canario y el mallorquín iban a ser incapaces de alterar la dinámica que no llegó a agotar los cambios y consumió la última ventana enviando solo a Kuki al campo.
Se guardó para mejor ocasión a todos los especialistas disponibles para ocupar los costados. Tampoco había en la propuesta inicial ningún experto en ensanchar el radio de acción pisando la cal. Por fuera partían como titulares Mario Soriano y Alberto Quiles, extremos con tendencia a la diagonal, junto a un par de laterales postizos poco apropiados para aprovechar los espacios que dejaban sus compañeros al desplazarse hacia dentro.
Lo detectó enseguida el rival, que se empeñó en orientar su ataque hacia las orillas, sabiendo que el riesgo era asumible. También eran conscientes los elegidos para oponerse al juego por banda de los madrileños. «Es normal. Ves a un lateral fuera de posición y vas a atacarlo. Por ahí llega el primer gol. A Pablo [Martínez] también le tocó y es lógico que te ataquen», lamentaría Diego Villares en zona mixta.
Una apreciación que no coincide con la de su entrenador: «Para mí, Pablo no ha cometido casi ningún error. Ha hecho un partido perfecto, ha defendido con uñas y dientes y en ataque se ha incorporado. Villares también ha estado sensacional». Lo cierto es que el de Vilalba no solo sufrió como carrilero —aunque suya fue la única incursión provechosa en ese sector—; también se perdió para la causa del centro del campo.
Zona en la que se concentraron casi todas las piezas blanquiazules, apiñadas además a similar altura, lo que aisló a Lucas Pérez (él mismo se retrasó varias veces a entrar en contacto con el cuero) y facilitó los marcajes. La situación, con los espacios restringidos al mínimo, exigía estar especialmente fino en el control y la elección de receptores en el pase y ahí no tuvieron la tarde futbolistas como Isi Gómez o Soriano, que perdieron varios balones.
Cierto es que ambos echaron en falta un socio más activo a la izquierda, llegando a animar con gestos a las incorporaciones del lateral. «No veo que Pablo haya tenido conductas muy alejadas a las de Raúl García. La gente se quejaba de que se generaba poco por ese perfil y no podemos decir ahora que el jugador al que sustituye Pablo le daba más profundidad», esgrimió Cano para refrendar su elección.
Descarta el míster que Alberto Retuerta (a punto de salir cedido) o Trilli hubieran podido mejorar a quienes saltaron al césped de Santo Domingo. Tampoco cree que los extremos puros disponibles hubiesen podido tener incidencia en el choque: «No son jugadores de transición rápida. Son de recibir al pie y generar situaciones a partir del uno contra uno». Nada, en teoría, para llenar el enorme vacío por fuera.