El Dépor solo sumó en la grada

TORRE DE MARATHÓN

Sergio Reyes Robledo | lof

La hinchada blanquiazul se sobrepuso a la inferioridad numérica, al marcador y al juego del equipo para ofrecer en Alcorcón la enésima exhibición a domicilio

14 ene 2023 . Actualizado a las 23:26 h.

El estadio de Santo Domingo tiene un punto discotequero. Moqueta cuidada (impecable, el verde), atasco en las barras, variopinto grupo de puertas (del simpático encargado de la lista vip al brusco protector de la línea de vallas), y un pincha de categoría anclado en los 90. La música empezó a sonar con el recinto semivacío para entretener al personal del club y servir de fondo a las primeras conexiones de las teles y las radios. Siniestro, los Red Hot, Antonio Vega, Seguridad Social... A mitad de repertorio se colaron incluso un par de temas publicados ya con el arranque del nuevo milenio. Canciones premonitorias que hilaron el «verano muerto» de Los Piratas en sus Años 80 con el Beautiful Day de U2. Anticipo del frío que arreció en Alcorcón según se fue consumiendo la tarde y de la fiesta que montó la hinchada blanquiazul pese a verse diezmada por la escasez y el precio de las entradas, que dejaron calvas en varias zonas de la grada y las gargantas coruñesas en franca minoría. El anfitrión prefirió conservar el orgullo que hacer negocio, evitando que Riazor abriera sucursal en un coqueto recinto del cinturón madrileño.

Apenas acusó el golpe la entusiasta claque del Dépor, curtida en reveses y templada durante el almuerzo en los bares que rodean el feudo alfarero. El calentamiento sirvió para ensayar coreografías a pie de calle y concluyó en la clásica fila frente al torno que marcaba el camino hacia la jaula de uno de los fondos. El grueso de la tropa foránea, que acabaría rondando el medio millar de fieles, accedió al campo al filo del inicio del partido, cuando el speaker coreaba ya las alineaciones, salpicando de futbolistas un temazo de Miguel Ríos. El cantante, granadino, como Óscar Cano, entonaba a todo trapo el Bienvenidos, llamando a los coruñeses a las filas de los hijos del rock and roll.

«Gracias por estar aquí, vuestro impulso nos hará seres eléctricos», prometía a gritos. Y no faltó empuje, pero sí chispa. Los deportivistas empezaron goleando desde su esquina, aceptando incluso el reto del «ale, ale», en el que el nombre del conjunto blanquiazul se escuchó más alto que el de los de amarillo. Sin embargo, a pie de césped intervino Pablo García para dar ventaja al Alcorcón en el marcador y en el acompañamiento.

Se hizo eterno el silencio, roto por las faltadas de algún agitador con aversión a los laterales postizos. Y, como ya es costumbre, la hinchada revivió en las malas. Hizo contacto la expulsión de Mackay antes de que Lucas Pérez desatara el delirio. Cierto que el estado de euforia se consumió en apenas un cuarto de hora, pero durante ese tiempo una afición y un equipo olvidaron que estaban en inferioridad y volvió la música a Santo Domingo.