El partido cumplió la máxima de que el que perdona lo paga. El Deportivo completó un buen primer tiempo. Fue injusto que se fuese con empate al descanso, pues mereció hasta una diferencia holgada en el marcador. Hizo unos muy buenos 45 minutos, apoyado en una línea defensiva más alta que en los últimos partidos y la movilidad de sus jugadores de ataque. Pero no halló el gol. Luego, le afectó muchísimo el primer tiro de la Cultural, y ahí cayó en manos de una inconsistencia que preocupa. Al final, casi es de alegrarse que el rival acabase el partido pidiendo la hora para sostener un punto, en un final de partido imposible de pensar al descanso. La Cultural me defraudó en la primera parte, aunque luego sí se le vio el potencial que tiene para hacer daño. Aún así, Salvi acabó como su jugador más destacado. En el Dépor hay que destacar una vez más la sociedad Soriano-Quiles y la salida de Yeremay para ese gol. El empate me pareció injusto a la vista del partido, porque al Dépor solo le faltó remate. Fue el partido en que más peligro generó desde una buena construcción y, en el cómputo general, fue mejor. La Cultural aprovechó quince minutos de inestabilidad para hacerle mucho daño, pero el Dépor fue mejor.
La clave de que no pasase del empate no estuvo en lo que sucedió cuando recibió los goles, sino en las ocasiones que falló. El que perdona lo paga. Es lo que tiene que grabarse a fuego tras este partido. Logró el empate final gracias a Yeremay, más productivo cuando sale desde el banquillo, y al que Óscar Cano le ha asignado el mismo rol que tenía antes. Para él, salir y marcar en el primer balón que tocó es importante.
