Raúl Carnero, tres puntos por Acacio

TORRE DE MARATHÓN

LOF

El lateral estrena su cuenta en el Deportivo con un gol dedicado a su abuelo, clave en la trayectoria del futbolista y en su relación con el conjunto coruñés

12 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Tiago marcó el tercero, don Acacio dijo basta y se levantó del sofá. Enfilaba ya la cama, pero le fueron a avisar de que el chaval calentaba por fin en una banda del Vicente Calderón. Después de tantos kilómetros recorridos, tanto entrenamiento detrás de la valla y tanto partido en la grada desde que era un alevín, el sueño estuvo cerca de privarle del estreno de Raúl. El lateral saltó al campo en el minuto 82, como si fuera un guiño a la edad de su abuelo, que esperaba ansioso el cambio, de vuelta frente al televisor. «Al final aguantó —festejaba el jugador del Fabril, al terminar el encuentro—, en cuanto llegue, lo iré a ver». Visita prioritaria para rendir tributo a quien le había llevado tan cerca del fútbol profesional. Acacio Carnero Mesías, de profesión taxista, fundador del Victoria, y fan incondicional de su nieto. «Yo solo he visto otra zurda igual; la de Luis Suárez Miramontes», aseguraba a los parroquianos de los bares de la escalinata de Santa Lucía en los que solía parar a tomar café.

No admitía réplica en la comparación, que fue cargando de razones con cada uno de esos golpeos terribles del carrilero que acababan en la red. Cinco veces, por ejemplo, en aquella temporada del ascenso del Alavés. Cada uno con una secuencia prácticamente calcada para la celebración: vistazo buscando la cámara más cercana y gesto de complicidad. Así, tras sellar el triunfo victoriano en Elche se llevó un dedo a cada oreja, enviando recado a un espectador que ya tenía dificultades para oír.

En el Romano José Fouto le costó encontrar el objetivo frente al que lanzar el mensaje, así que Raúl espero al final del partido para citar a los destinatarios del único tanto coruñés: «Se lo dedico sobre todo a la familia, a mis hijos, a mi pareja y a mi abuelo, que seguro me estará mirando». Sigue don Acacio con la tele prendida, y eso que han pasado cuatro años y medio desde que falleció.

Raúl Carnero, junto a su abuelo Acacio en una imagen del 2010
Raúl Carnero, junto a su abuelo Acacio en una imagen del 2010 Manuel Marras

De momento, se ha perdido una pandemia, un descenso del Deportivo, dos ascensos frustrados y el regreso de su nieto al equipo en el que deseaba verlo triunfar. Ha vuelto el chico a casa, ya cumplidos los 33. Busca una estabilidad de esas que no paga el dinero, mezclado entre los referentes del club donde se formó. Para completar la trinidad coruñesa, carga extra de identidad, recorrió el camino al barro por el que hace un año pasó Ian Mackay. El portero tuvo premio esta semana, con una prórroga de contrato ganada a base de intervenciones; indiscutible como titular. También lo es el dueño del carril izquierdo, que sacó petróleo de Mérida en un domingo de mucho calor.

Tres puntos con los que proseguir un arranque inmaculado en lo material, mientras se buscan sensaciones a la altura del botín. Nada que ver con las emitidas frente a un recién ascendido que no supo culminar sus transiciones, pero levantó una barrera infranqueable, reduciendo a la nada cada intento blanquiazul. Sin ideas ni vías de aproximación por dentro o por fuera, quedaba el encuentro a los pies de un instante de inspiración. Un rechace tras un córner que pudiera domar Mario Soriano para colocar la pelota al alcance de la zurda de Raúl.

Esa pierna que es un cañón sin más precedentes en el imaginario de los Carnero que la de aquel futbolista de Monte Alto que ganó un Balón de Oro y aún acude de vez en cuando a la memoria de los parroquianos en los bares de Santa Lucía, a la hora del café.