El de Antoñito quedó perfilado en su comparecencia. El constante ida y vuelta, el gol que abrió el encuentro y la sociedad con William de Camargo, a quien colocó un balón en la cabeza instantes antes del que envió a la red. Aunque el nivel de los centros fue aún mayor del otro lado. Mientras Mario Soriano llamaba la atención, Diego Aguirre tomaba varias veces el terreno a su espalda. El ex del Numancia estaba llamado a dominar la izquierda junto a Menudo. Antes y después de Juan Carlos ha demostrado que solo le han faltado oportunidades para hacerlo. Sus servicios, tensos y bien dirigidos, dieron una oportunidad de marcar a Bergantiños y dos a Alberto Quiles antes de alcanzar el descanso.
De vuelta al césped, aún le brindó otra al delantero. Fue a través del penalti en que acabó su chut desde la frontal, arrancando esta vez por la derecha. Hasta allí se había trasladado para devolverle su plaza a Héctor Hernández. El Litri regresó inspirado. Picado, quizá, por la competencia, recuperó su versión buena y, él sí, asistió para aumentar la cuenta del máximo anotador de la categoría. Lo celebró casi más que el autor del remate que liquidó el encuentro. Para entonces, el móvil de Antoñito ardía en el vestuario.