0 - 1 | Poco Dépor para el Santander

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

El equipo coruñés encadenó su tercera derrota seguida tras un partido en que atacó con más corazón que cabeza frente a un rival atrincherado

17 feb 2022 . Actualizado a las 00:06 h.

Comienza de nuevo la Liga para el Dépor, que frente al Racing de Santander acabó por dilapidar el colchón que punto a punto se había tejido en la primera vuelta. La tercera derrota consecutiva (0-1), la segunda seguida en Riazor, retrató a un Dépor que, de nuevo, llevó el dominio y la intención atacante, pero volvió a estrellarse contra sus propias imprecisiones y el acierto de un rival que la verdad es que apenas pasó apuros en defensa.

En el partido crucial para dar un golpe a la Liga y destacarse quizá definitivamente en la lucha por la primera plaza, el rival cántabro se empleó con una seriedad y contundencia de la que carecieron los blanquiazules. Sin las ideas claras de mediocampo hacia delante, donde solo Trilli lo intentó sin descanso, toca a los jugadores de Borja Jiménez hacer examen de conciencia antes de que llegue, ya este domingo, el Calahorra a Riazor. Toca revertir la racha de inmediato y abandonar las excusas. El Racing de Santander, que salió de Riazor a dos puntos y con un partido menos, ya depende de sí mismo para hacerse con el liderato liguero.

En un partido muy esperado por la hinchada, que apoyó sin descanso a su equipo y lo despidió con una ovación, Borja Jiménez se inclinó por una alineación con dos únicas novedades respecto al pasado domingo: el refuerzo invernal Álvaro Rey estrenó titularidad, mientras Miku ocupó el puesto de Quiles como referencia atacante. Los otros nueve también habían saltado de inicio en Las Gaunas.

Con la grada caliente y el césped también, el primer susto correspondió al Racing de Santander, que se empleó sin miramientos de principio a fin, como correspondía a un partido entre los dos mejor situados para el ascenso. Satrústegui cabeceó solo en el segundo palo un córner botado a los 7 minutos, pero salvó Mackay a una mano cuando el balón se colaba por la escuadra. Al saque de esquina siguiente, Bobadilla volvió a rematar en medio de una nube de jugadores, pero esta vez desviado.

Quizá debido a los nervios provocados por estas situaciones de peligro, o a las dos derrotas consecutivas que el equipo acumula, el caso es que el Dépor se comportó desesperadamente impreciso con la pelota y hasta ofuscado a la hora de meter en aprietos a su rival. En su primer acercamiento, transcurridos los diez primeros minutos, Mario Soriano falló a la hora de empalar un pase franco de Trilli en el área.

El lance retrató lo que fueron los blanquiazules en este período. Solo el juvenil se atrevió a subir una y otra vez su banda, combinar con intención y hasta poner centros al área, pero ninguno de sus compañeros le secundó. Los coruñeses se volvieron a los vestuarios sin remates a puerta.

Por el contrario, la izquierda deportivista no existió en todo el primer período, con William permanentemente por los suelos, y Héctor más pendiente de su par que del juego. Curiosamente, la jugada del gol cántabro estuvo protagonizada por los dos positivos aducidos para aquel aplazamiento del 30 de enero. Tan muerto de miedo por Soko jugó el Dépor, que nadie detectó la internada en el área de Íñigo, que recibió de su compañero y disparó sin pensárselo dos veces para sorprender a Mackay con el 0-1.

El Deportivo salió al segundo período con otro espíritu más decidido y valiente. Trilli y Miku probaron suerte con sendos disparos antes de que, a los 51 minutos, William estrellase su remate a cámara lenta en el poste de Parera. Con el Racing de Santander encerrado sin miramientos en una defensa de cinco, a los coruñeses les costó un riñón trenzar jugadas de ataque. A los 71 minutos, William volvió a intentarlo, esta vez desde la derecha, pero su remate se estrelló en el lateral de la red.

Sin nada que perder, estos 45 minutos se desarrollaron prácticamente en parcela visitante, pero el Dépor no encontró muchas oportunidades de rematar. Sin más refresco desde el banquillo hasta los cinco últimos minutos que las apariciones de Quiles y De Vicente, la derrota blanquiazul fue inapelable.