Con solo 16 años, Mella volvió loco a un Dinamo que no se creía lo que le estaba ocurriendo en Riazor. El extremo, quizá el jugador más veloz de toda la cantera deportivista, dio una clase de cómo poner de los nervios a una defensa real y bien montada como la del equipo de Kiev, que no había recibido más que tres goles en los seis partidos de la fase de grupos. Las conducciones de Mella con el balón pegado al pie y la capacidad para competir que demostró, pese a su condición de juvenil de primer año, le abren la puerta no solo a convertirse junto a Noel, Trilli, Barcia o el propio Yeremay en los jugadores franquicia de la cantera deportivista, sino a reclamar un lugar propio para seguir progresando como futbolista.
La Champions juvenil ha servido al extremo gallego, que anoche viajó a la concentración de la selección sub-17 en Portugal, para destacarse como otro talento imprescindible de una generación sin techo.