La llamada suerte de los campeones es uno de esos tópicos del mundo del deporte que quizá no sea tal. Es cierto que a los equipos campeones les suelen acompañar durante la temporada resultados positivos logrados en los últimos minutos o en partidos en los que no merecieron mucho más que un empate. Y, en demasiadas ocasiones, se tiende a calificar estos éxitos como la suerte del campeón. Le pasó en el Reino de León al Deportivo. Una vez que el líder del grupo había decidido dar un pequeño paso atrás, con la retirada de dos referentes en ataque como Quiles o Noel, la Cultu empató y a punto estuvo de darle un disgusto. El tiempo pasaba y los coruñeses veían cómo se les escapaban dos puntos más por deméritos propios que por méritos del rival. Y fue entonces cuando emergió la figura de Miku en forma de suerte de los campeones.
Una fortuna que suele acompañar no a los campeones, sino a los mejores. Porque suelen ser los que más veces pisan el área, los que más ocasiones generan, los que mayor porcentaje de acierto tienen... Cuando un equipo dispone de futbolistas de la talla de Quiles y Miku, y estos aguantan en el campo hasta el final, es más fácil que lo acompañe la suerte de los campeones. Y, si enfrente tienes una defensa que hace agua por todos lados, pues aún más cerca se te pone el camino de la victoria. No se trata de quitar ni un mérito a la victoria blanquiazul en León, porque tiene todo el del mundo, pero la clave de este último encuentro del año estuvo en que en un equipo había futbolistas de lujo y en el otro defensores de quincalla.
Y cuando eso pasa más de un día deja de ser casualidad y suerte. Cuando eso pasa más de un día, como le está sucediendo este año al Deportivo, indica que hay detrás hay calidad y trabajo. Los números hablan por sí solos. Con los peligrosos baches que ha tenido este equipo y que seguro que tendrá en el año 2022. Pero, de momento, la popa que ven el resto de aspirantes al ascenso es blanquiazul. Y el Dépor está una jornada más cerca de Segunda y sus rivales una más lejos.