Nico González: «Ser el hijo de Fran no es un lastre, ni una presión, forma parte de mí»

TORRE DE MARATHÓN

Manel Montilla / Mundo Deportivo

El coruñés se alegra de que lo comparen con Busquets, pero lo ve aún excesivo

19 nov 2021 . Actualizado a las 21:15 h.

Posee adn Barça cien por cien. Futbolista de 4-3-3. De toque. De ronditos. Pero también con llegada. Un jugador con una talla tanto física como balompédica descomunal. Con solo 19 años, es la revelación de la actual temporada en Primera División. Gallego, hijo de una leyenda como es Fran, Nico González (A Coruña, 2002) ha pasado en solo unos meses de jugar con el juvenil azulgrana a ser uno de los motores de la sala de máquinas del primer equipo. Con Koeman debutó y con Xavi confía en consagrarse. El futbolista al que en la Ciudad Condal señalan como el sucesor de Busquets no se asusta, pero tampoco despega los pies del suelo: «Ya se encarga mi madre de que no se me suba». La labor de su padre es la de exigirle trabajo y más trabajo.

—Hace siete años se fue de A Coruña el hijo de Fran para convertirse en Nico. ¿Quién es Nico?

—Pues Nico sigue siendo el hijo de Fran. No tengo inconveniente en que se hable así de mí. Ser su hijo no es un lastre ni una presión, forma parte de mí. Pero, Nico, al final, es un jugador del Barça que está empezando a asomar en el primer equipo.

—¿Cómo ha sido su llegada a la primera plantilla?

—La verdad es que no pensaba tener tantas oportunidades en este primer año y estoy muy feliz. Los compañeros nos han recibido muy bien a todos los jóvenes que hemos subido. Y, el hecho de que haya tantos que venimos juntos de abajo, me hace sentir mucho más integrado y a gusto. Algunos son amigos desde hace años.

—¿Quién o quiénes son los que mejor le han acogido?

—Busi [Busquets] me ha aconsejado mucho desde el primer momento. Me trata muy bien. Me ayuda mucho en todo. Y luego, en general, los capitanes: Jordi [Alba], Geri [Piqué], Sergi Roberto... Todos nos ayudan a todos.

—Le apoya el hombre con el que todo el mundo lo compara.

—Ahora mismo no deberían compararme con Busquets. Es un honor, pero aún estoy a años luz de él. Es un honor que digan que puedo llegar a ser el pivote titular del Barcelona. Pero a mí aún me falta mucho y a él le quedan todavía muchos años de fútbol a un gran nivel aquí.

—También ha demostrado que pueden jugar juntos.

—Sí, claro. En los últimos partidos se ha visto que puedo desenvolverme tanto como pivote como de interior.

—La eterna discusión. ¿Se ve más pivote o interior?

—Mire, si me hubiese preguntado hace unos meses, le hubiera dicho que pivote. Pero, en estos partidos me he encontrado muy a gusto de interior. Así que no sabría qué decirle. Atrás es dónde más he jugado en las categorías inferiores del Barça. Y me gustaría seguir teniendo más oportunidades ahí atrás, porque creo que me va a ayudar mucho la polivalencia. En cuanto a interior, tengo más libertad, estoy más cerca del área y puedo dar asistencias e intentar goles.

—Al final va a tener razón su padre, que lleva años diciendo que usted es interior. Al final, algo sabrá.

—Creo que algo sabrá, sí. Aunque tampoco lo tengo tan claro (se ríe). Pero es cierto que siempre ha dicho que me veía más de interior. Pero creo que, al final, es porque le gusta que llegue más al área y pueda asistir, como en Vigo, o cerca de marcar, como en Kiev.

—¿Discuten mucho de fútbol?

—He de reconocer que hace tiempo que no discutimos. Que todo son elogios. Y, la verdad, es que echo un poco de menos sus críticas, porque siempre me han ayudado mucho.

—¿Qué es lo que más le recriminaba?

—No creo que me recriminase nada, pero sí me exigía mucho. Siempre me dijo que si quería dedicarme a esto tenía que dar lo máximo en cada partido, en cada entrenamiento. Que tengo que ser el que más trabaje. Y creo que eso es lo que más me ha ayudado en el fútbol. Esa exigencia de trabajo. Por ejemplo, me decía que tenía que mejorar a nivel físico. Y este año he mejorado muchísimo. Es normal, también, con 16 años pegué un cambio físico muy grande. Por ejemplo, crecí mucho, y me costó bastante adaptarme a la altura.

—¿Las experiencias vividas por él le están ayudando en su progresión?

—Mi padre me ha ayudado por estar ahí en todo momento. El hecho de que en su día hubiera jugado al nivel que lo hizo puede ser un añadido. Pero aunque no hubiera actuado tantos años en Primera y tenido esas experiencias, estando como ha estado siempre en el día a día, preocupándose, aconsejándome, me habría servido igual para seguir luchando, que no olvidemos que aún no he conseguido nada.

«Me hizo mucha ilusión jugar en Vigo, pero poder hacerlo algún día en Riazor tiene que ser lo más»

En la última jornada de Liga, en medio de una gran actuación personal en Balaídos, Nico se acercó a Iago Aspas en el descanso para pedirle su camiseta. El delantero celeste no dudó en intercambiarla. Pero, además, posteriormente se deshizo en elogios hacia él. Llegó a decir que si fuera director deportivo del Celta que lo fichara. Ahora, el coruñés recoge el guante y devuelve los cumplidos.

«En el primer tiempo me la cambié con Iago y en el segundo con Fontán, que es amigo y compañero de selección. De Iago, sabía, por mi padre, que a pesar de la lógica rivalidad que hay entre Dépor y Celta, que era un tío muy cercano. Y lo pude comprobar. Luego, sus palabras, poco puedo decir. Que un icono como él, uno de los mejores futbolistas gallegos de la historia, hable así de uno, pues es tremendo», comenta.

—Pero ficharía por el Celta.

—(Risas). Afortunadamente, soy futbolista del Barcelona, con contrato en vigor y espero seguir muchos años en el Barça. Así que no me planteo salir ni al Celta ni a ningún sitio. Pero ya le digo que, cuando vieron lo que decía Iago, más de un amigo ya me dijo que si lo hacía, no volviera por Coruña

—Se fue niño de A Coruña, ¿le dio tiempo a sentirse deportivista?

—Evidentemente, que mi padre haya jugado toda su vida y la mayoría de mi familia y mis amigos sean del Dépor, provoca que siempre quiera que gane y que suba pronto a Primera. Yo he sido siempre del Barça, pero el Dépor es el Dépor. Mire, me hizo mucha ilusión jugar en Vigo, pero poder hacerlo algún día en Riazor, tiene que ser lo más.

«El toque que me dio Koeman en el Metropolitano me ayudó a ser más fuerte y mejorar»

Aunque su irrupción en el primer equipo esta temporada está marcada por el éxito personal, Nico también tuvo algún episodio difícil. En concreto, un toque de atención en público de Koeman, tras la derrota en el Metropolitano, cuando le afeó su conducta en el primer gol del Atlético. Para el coruñés, la reprimenda fue oportuna: «En el fútbol hay que entender la situación del entrenador. A mí, ese toque me ayudó a ser más fuerte y mejorar. Se ha visto en los últimos partidos. La exigencia en el fútbol profesional debe ser máxima y hay que estar preparados en todo momento».

—Ni el palito que le dio le hace perder el cariño hacia Koeman.

—Es que es alguien que ya el año pasado se empezó a oír que yo le gustaba mucho y este verano apostó por mí. Siempre le estaré muy agradecido por las oportunidades que me dio. Desde el primer momento, me apretaba, me exigía y eso me ha beneficiado.

—¿Tras aquella crítica habló con usted?

—Sí. Me explicó lo que había hecho mal. Hicimos vídeo para mejorar y de eso se trata. Pudo haberme apretado ante la prensa, pero también lo hizo en persona.

—¿Qué tal la experiencia con Xavi?

—Muy bien. Muy contento. Desde el primer día se ha visto la idea que traía y que nos pretende transmitir. Es que para mí tener a Xavi es increíble, ilusionante, porque yo empecé a ser del Barça en la época que él era jugador. ¿Qué puedo decir?

—Su debut en Primera, estreno en la sub-21 y ya ha sonado incluso como candidato a una lista de Luis Enrique.

—Que te llamen a cualquier selección siempre es bonito. Significa que estás haciendo las cosas bien. Por eso me hizo ilusión ir con la sub-21. En cuanto a la de Luis Enrique... Solo el hecho de que alguien te mencione es halagador. Pero hay que ser realista y creo que aún me queda mucho por hacer... Ojalá siga en la sub-21, pueda disputar unos Juegos y seguro que podrá llegar la llamada de la absoluta.

—Se le ve muy maduro.

—Bueno, es algo que me suelen decir, pero no creo que sea exclusivo mío. Creo que todas las situaciones de presión que vivimos los futbolistas no son comunes en nuestra edad y por eso es posible que alcancemos una madurez temprana.

—Pero los pies siguen en el suelo.

—Hombre, no hay otro sitio en el que los pueda tener. Vivo un sueño, pero ya se encarga mi madre de que no se me suba.

—¿Cómo son las normas del Barcelona con los chavales que suben?

—No sé cómo funcionan en otros lados, pero a nosotros nos han recibido muy bien, con mucha cercanía. No había diferencia con los veteranos. Siempre desayunamos y comemos todos juntos. Incluso la gente que sube algún día solo, desayuna allí. Nos cambiamos juntos... Incluso las cenas y comidas de equipo, pues vamos todos. Recuerdo que la primera que tuvimos fue al regresar de Alemania, en pretemporada, y ya fuimos todos los jóvenes, incluso algunos que ahora están en el B.

—¿Es gente cercana: uno se imagina ese vestuario, con todos llegando en cochazos y cada uno a su bola dentro?

—Evidentemente, los coches se nota la diferencia (risas). Hay alguno que... pero luego es un vestuario normal. Es que además de compañeros, acabamos siendo amigos. Yo no he notado una gran diferencia entre el vestuario de juveniles, del Barça B o este. No está cada uno a su bola con los auriculares puestos y demás. Hay convivencia.

—Está integrado, pero música aún no le dejan poner, ¿no?

—No. No. Eso ya suele ser Ansu, que aunque también es joven, tiene ya otro estatus.

—¿Su coche llama mucho la atención como gama baja?

—A ver, es que hay alguno que... Cualquiera flipa. Yo tengo un Mercedes y no me quejo. 

—¿Cuál es el recuerdo que le queda de este año? Esa imagen del primer partido, de su titularidad en el Camp Nou...

—La imagen fue incluso antes de mi primer partido. El primer día que entré en el Camp Nou. Llegamos al vestuario, con el nerviosismo de ser el estreno... Salimos al campo y era tremendo. Qué impresión. Enorme. Ahora ya no impresiona, pero entiendo a los rivales cuando vienen aquí.

—Su padre siempre dice que irse al Barça fue decisión suya. ¿Fue tan así?

—Sí. Yo siempre fui del Barça. Y comencé a ir a torneos con ellos. Cuando firmé ya conocía a Ansu, a Eric, a Take. Y, pues cuando llegó la hora de decidir, lo tenía claro. Era del Barça y conocía a compañeros. Mis padres siempre lo dejaron en mis manos.

—Ahora disfruta del subidón, pero le ha costado más de lo que muchos piensan.

—Evidentemente, no ha sido fácil. Para llegar a Primera División, nadie lo tiene fácil. Siempre hay momentos en los que piensas que no va tan bien como debería. No solo me ha pasado a mí. Es que compites con los mejores cada día y hay momentos en los que me daba la sensación de que me estaba quedando. No todo iba tan rodado como quería. Pero eso me ayudó a aprender

—¿Llegó a pensar que no llegaría?

—No. Eso no. Siempre fui fuerte mentalmente. Confiaba mucho en mí desde el principio. Igual  hubo momentos de mayor dificultad, de sufrir más. Pero es fútbol. Sabía que tendría mis oportunidades. Pero nunca pensé en irme del Barça. Eso nunca pasó por mi cabeza.