Villares, otra vez por delante

TORRE DE MARATHÓN

Diego Villares, ante Juergen Elitim
Diego Villares, ante Juergen Elitim CESAR QUIAN

Asentado como enlace entre la zaga y la medular del Deportivo, aporta criterio en la salida

24 oct 2021 . Actualizado a las 17:45 h.

«No me gustan los trabajos fijos, se me duermen los pies». La frase, de película, la soltaba Kevin Costner en El guardaespaldas para recompensar el esfuerzo de quienes atendían a la pantalla sin cabecear. Defensa del profesional itinerante; un concepto en el que han ido encajando a la fuerza varios futbolistas del plantel blanquiazul. Entre el primero y el último en rotar por costumbre hay un salto enorme en las jerarquías, limado por las coincidencias —del paso por el Fabril a los cameos en el lateral— y la admiración. «Jugar al lado de Álex es un placer. Te ayuda en todo, siempre te da consejos. Durante el partido, antes, después… Te dice dónde tienes que colocarte, qué pudiste hacer mejor…». El elogio partió de Diego Villares, recién instalado en el primer equipo, y alcanzó a Bergantiños, con trayectoria y rango de capitán. El de Vilalba tiene un referente y un tutor en el de La Sagrada, a quien de momento ha pagado limpiándole la posición.

Venían de compartir once frente al Sanse, nada nuevo, aunque esta vez el 22 actuó como primer enlace con la zaga y el 4 —cuyo único error grueso esta campaña había desencadenado la derrota de Irún— se ubicó como interior. En Santander, Borja apostó por De Vicente y no fue Villares, sino Bergantiños, quien pagó con banquillo la decisión del míster. El Dépor mantuvo en El Sardinero a su hombre escoba de la semana pasada en Riazor. Si el Racing se ceñía al plan de sabotear la circulación hacia Parera y castigar al galope cualquier imprecisión, la respuesta podía estar en asegurar el cuero y aumentar la capacidad asociativa en la medular.

Con varios ensayos y un partido para rodarse, Diego le ha cogido el punto a la plaza, más afín a sus virtudes que aquel exilio en banda del duelo con el Badajoz. «Está claro que no me siento igual de cómodo que en el medio», razonó tras la experiencia como carrilero, antes de acogerse a la fórmula clásica del desagravio: «Pero encantado de jugar los máximos minutos, en la posición que sea». Al fin y al cabo, la polivalencia acelera el aprendizaje y favorece, según Frank Farmer —o Kevin Costner—, el riego en una parte del cuerpo fundamental para la profesión.

Villares maneja bien los pies y además lee enseguida dónde puede hacer más falta. Aún con margen de mejora en los duelos, sus condiciones se adaptan al encargo de ordenar el juego y otorgar cobertura a las alegrías de sus compañeros. Las arrancadas de Lapeña y Jaime —que llegó incluso al área opuesta— contaron con la escolta del 22.

El trivote del Deportivo agotó las permutas con el traslado de Juergen a la derecha y De Vicente a la izquierda. La pierna buena de ambos, enfocada al carril central. Se adaptó mejor el andaluz, disparando su protagonismo en la distribución y la interrupción de las contras racinguistas, hasta el punto de ver la amarilla por entorpecer a Pablo Torre, faro local. El colombiano mejoró tras el descanso, ya ubicado en su puesto habitual. La agitación del segundo tiempo alcanzó además a los extremos, zona muerta de los coruñeses por desnutrición.

Nadie dio bola a William, Miku, Quiles, Soriano o Doncel, limitando la amplitud blanquiazul. Tampoco ayudó qué Héctor dosificara sus subidas para atar en corto a Soko. Se prodigó más Víctor, hasta que la fatiga lo derribó. Entonces ya estaba Álex sobre el campo, pero Villares permaneció en su lugar. El cambio de guardia en el eje no parece eventual.