Los ocho meses de pasión de Dava Torres

TORRE DE MARATHÓN

Tras regresar el sábado a las pistas, el capitán del Deportivo Liceo jugará esta noche en Igualada

12 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El calendario marcaba 11 de febrero. El Deportivo Liceo jugaba en Mataró (0-6). Los verdiblancos trataban de resarcirse del varapalo que habían supuesto las últimas dos derrotas (Taradell y Barça). Lo estaban haciendo, con goleada. Quedaban pocos minutos para el final cuando en una acción su muñeca derecha se hizo notar. Dava Torres se dio cuenta de que algo iba mal. Años antes había sentido lo mismo en la izquierda y el resultado había sido una rotura de ligamentos. Acaba el partido. Y el calvario del capitán comienza. Nueve meses después, el coruñés echa la vista atrás y respira con alivio. Ha vuelto a jugar y seguirá haciéndolo. En concreto, esta noche a las nueve (OK Liga TV) en Les Comes.

En este tiempo, las ha vivido de todos los colores. Dolor hasta que acabó la temporada. Alegría con la consecución de la Copa. Nervios al pasar por el quirófano. Sacrificio, entrenándose solo. Frustración, viendo a sus compañeros trabajando y jugando. Y, finalmente, alivio de volver a ponerse su brazalete solidario —cada partido en Riazor luce uno y recauda dinero para una causa— y enfundarse la verde con el ocho a la espalda.

«No pensé que hubiera roto, pero sí sabía que la muñeca estaba bien fastidiada. Y no estaba dispuesto a perderme el final de temporada; principalmente, la Copa del Rey», recuerda Torres.

Final de la Copa

La final a ocho del torneo del k.o. estaba fechada para disputarse en A Coruña y el capitán quería estar ahí. Por eso, no tuvo problema en luchar contra el dolor. En ocasiones, insoportable. «Soy una persona que creo que aguanta bien el dolor. Mi preocupación era saber que no me iba a fastidiar más. Pero yo sabía que si la muñeca aguantaba yo iba a seguir jugando. Claro que me dolía. Cada día. Pero, sobre todo, durante los partidos. En algunos gestos, cuando chutaba, cuando iba al choque, cuando recibía algún golpe... En ese momento pasaba unos instantes de mucho dolor, pero la muñequera hizo su papel y, a falta de ligamentos, sirvió de refuerzo», explica con la tranquilidad que le da verse recuperado.

Meses de sufrimiento en silencio —«Llegué a engañar al cuerpo técnico, porque cuando me preguntaban decía que iba bien, pero me dolía», admite—. Hasta que llegó la Copa. «Ese título, en Riazor, ante los nuestros, lo compensó todo», justifica.

Y otra fecha se asoma en la vida de Torres. El momento de enfrentarse a la realidad. El 22 de julio, un quirófano de Madrid lo aguardaba con el doctor Delgado al frente para atajar el problema. Parecía que lo peor había pasado. Pero no.

El dolor no físico

«Igual que digo que siempre estuve preparado para aguantar el dolor físico, el verme fuera del equipo me cuesta más. Pero traté de llevarlo bien. Un día antes de que me dieran la noticia de que tenía que operarme, había comentado con unos niños de un campus el tema de las lesiones. Y les decía que eran parte de la vida del deportista y que había que asumir que en algún momento podían llegar y había que superarlas. Así que me mentalicé a mí mismo», avanza el capitán.

En pleno verano y recién operado. Un problema para muchos, pero que Dava transformó en ventaja. «Me sirvió para desconectar un poco. Empecé la rehabilitación. La primera semana, recuerdo que era gracioso, pues me dedicaba a lanzar dardos imaginarios, luego llegaron otros ejercicios, fisioterapia, movimientos con Powerball...», explica.

Todo más o menos llevadero hasta que el primer equipo comenzó los entrenamientos. Ahí, el tiempo comenzó a echarse encima de un Torres que no sabía cómo hacer para sentirse uno más, aunque estuviera fuera. «Creo que hasta me hice pesado. Iba a todos los entrenamientos, programaba mis sesiones de gimnasio y fisio para que no me coincidieran. Organicé numerosos encuentros con los compañeros. Participaba en las charlas tácticas, que tras tanto tiempo a las órdenes de Copa, casi me sé de memoria. Y me involucré al máximo con los nuevos. Era mi manera de sentirme dentro. Hasta me fui a la Supercopa como uno más. Pero sin jugar, claro. Y la disfruté. Vaya si la disfruté».

hockeyglobal

Entrenamientos con el primer equipo, con el filial, con el femenino —«esas sesiones me ayudaron mucho en la progresión final», admite— y mirada al calendario. Hace tiempo que se habían marcado el regreso tras el parón, el 27 de noviembre. Pero Dava ya se siente en condiciones de hacerlo cuando aún no ha finalizado septiembre. Lo paran y espera. Hasta el 9 de octubre. Ese día, como un juvenil salta a la pista con hormigueo en el estómago. Los ocho meses de pasión de Dava llegaron a su fin.