El desorden que dejas

TORRE DE MARATHÓN

LOF

26 sep 2021 . Actualizado a las 17:00 h.

Dios nos libre de los entrenadores que se sientan en el banquillo en el minuto uno y, cual pipero de Tribuna, no se nota su presencia hasta que al final se levantan de nuevo para saludar a su homólogo rival. Borja no es de esos. Es un técnico que trata de influir en los encuentros. Quizá no sea Fernando Vázquez, al que si lo dejasen podría llegar a hacer once cambios en cada compromiso y quedarse tan ancho, pero al abulense le gusta modificar piezas y sorprender al contrario: antes y durante los partidos.

Antes, como cuando situó a Víctor García o a Villares como laterales, y durante cuando sus cambios evitaron que el Celta B, aun perdiendo 2-0, pudiera hacerse fuerte en Riazor. Aquel día, los recambios marcaron diferencias y el partido acabó 5-0.

Pero no siempre sale cara. Y en el Reina Sofía no lo hizo. Borja regaló la derecha blanquiazul a los unionistas. Lapeña y Juergen hicieron gala de una disociación perfecta. Y los locales cargaron todo su juego por su lado. Por ahí llegó el peligro salmantino y los goles. Nunca un futbolista tan joven y sin apenas presencia en el primer equipo se hizo tan indiscutible y, lo que es peor, se le echó tanto en falta. Es el caso de Trilli. Quizá cuando lleve más partidos en la élite empiece a mostrar carencias, pero a día de hoy, no se entiende esa banda sin él.

Y, como muchas veces, lo que sucede, conviene, la lesión de Trigueros permitió que el Dépor se asentara en la segunda parte. Lo hizo con algo tan sencillo como situar como lateral a un lateral que fichaste como lateral. Eso y el alejamiento de Juergen de la banda, permitieron a los blanquiazules dar un paso al frente y plantar cara al Unionistas.

Pero ahí volvió Borja a cobrar protagonismo. Comenzó a retirar defensores para dar entrada a atacantes, y el Dépor empezó a recordar al de demasiadas tardes de la pasada temporada. Hasta Mario Soriano, un futbolista de los que tienen pinta de que en el futuro valdrá la pena pagar una entrada para verlos jugar, se contagió del Juergen más apático y desapareció en la nebulosa de jugadores que dejó el desorden provocado por los cambios. Para esto, no hace falta esconderse tanto.