Reguetón del Litri para espabilar

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

La nueva versión del Héctor Hernández, que rebajó su ficha para seguir en el Dépor, trasciende el terreno de juego y alcanza un vestuario en el que tiene peso y ayuda a animar

24 sep 2021 . Actualizado a las 10:06 h.

No es sencillo cogerle el punto y algún compañero llegó a mosquearse en el primer cara a cara. Saltó quizá la alerta del historial, que recoge un pecado de juventud. Y sin embargo, el Litri, como le pusieron hace tiempo sus amigos de Valladolid —«Creo que alguno no sabe ni cómo me llamo en realidad», bromeaba en una entrevista— ha ido ascendiendo en el vestuario del Dépor hasta hacerse dueño del sector de animación. No es una faena sencilla porque exige implicación extra, de la que no basta con presumir. «Las palabras no sirven de nada si se las lleva el viento», razonaba hace unos días, cuestionado por la muestra de compromiso más tangible para el aficionado blanquiazul: la firma de una extensión de contrato que lleva aparejado un recorte salarial.

Seguirá en A Coruña, como mínimo, hasta el verano del 2023, tiempo de sobra para que en la caseta de Abegondo se harten de reguetón. La música de cabecera del futbolista pucelano, que ordena sus temas en listas de Spotify. Carrilero en el campo, pincha de vestuario y padrino de ocasión. No solo a favor de esa corriente que ha traído a Noel y Trilli, sino atento también a la que se ha llevado a Gandoy. La pretemporada arrancó en Vilalba y allí, antes del amistoso, hubo charla entre el centrocampista y el lateral. Una entre varias. «Yo también fui joven, fui asesorado por veteranos que me enseñaron y me inculcaron unos valores y una forma de ser en una plantilla que creo que es muy válida para dar yo ahora ese ejemplo a los chavales que vienen pisando fuerte. Con mi veteranía y jerarquía puedo ayudar a que todos sumemos. Estoy encantado de tener este rol en el equipo», afirma acerca del papel de mentor.

«Tiene un corazón de oro»

Pero los hay mucho más bregados que también aprecian su ascendencia. Héctor Hernández eligió acudir a las redes sociales para despedirse públicamente de Celso Borges. «Gracias por tanto y más, sobran las palabras, querido. Lo mejor está por llegarte, mereces lo mejor, hermano. Te voy a extrañar muchísimo», dejó escrito cuando el club rescindió el contrato del tico.

Cariño mutuo, como admitía el centrocampista en conversación con La Voz: «Con él y con Borja Galán tengo una relación muy especial. No solo es muy buen jugador, sino que además es un chico con un corazón de oro. Quiere y se deja querer. Una persona como él es necesaria en todos los vestuarios. Da mucho juego. Siempre está contento y alegre, cuesta mucho verle su mal día. Es bueno tenerlo». El reconocimiento parte de uno de los últimos capitanes, apreciado a su vez por quienes lo conocieron en el club, y registra la evolución del carrilero en un aspecto casi intangible durante los encuentros, pero trascendental.

A este Héctor ha llegado aquel que militó en el Granada cedido por la Real Sociedad. Aquel a quien Foulquier tuvo que salir a buscar al césped de Los Cármenes cuando daba una vuelta al ruedo sorprendente para alguien sin peso en la entidad nazarí. A préstamo, con solo medio curso de bagaje, y empeñado en el indulto de la grada tras el descenso mientras sus compañeros pasaban el bochorno en la caseta. No gustó al plantel el paseíllo del Litri, y lo castigaron (según recogieron los papeles) sacando sus pertenencias al exterior.

Cinco temporadas más tarde el incidente ha sido transformado en anécdota aleccionadora y el protagonista regresa con el Dépor al Reina Sofía, donde su zurda dio tres puntos al anterior proyecto blanquiazul. Uno que quiere dejar enterrado, animando el nuevo con reguetón.