Medio siglo del gol de Beci, el último de una época del Dépor

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

El histórico delantero recuerda su diana al Rayo, que valió el ascenso a Primera de 1971, antes de la «longa noite de pedra»

06 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Marqué muchos otros, ¿eh?», aclara Eduardo López, Beci, histórico delantero del Deportivo convertido en leyenda gracias a un gol para la historia. Lo marcó el 6 de junio de 1971 en un Riazor abarrotado para llevar en volandas a su equipo en la última jornada de Liga. «Entraron 45.000 personas, no era lo habitual», reconoce. El club instaló una grada supletoria, colocó sillas en las pistas y los niños entraron gratis. El Dépor, quinto clasificado, derrotó por 1-0 al Rayo Vallecano, segundo y al que le bastaba con el empate para subir. «Los cocos éramos nosotros. En Segunda el Dépor metía miedo. Luego, de la misa, la mitad, porque el Rayo siempre fue un equipo de un barrio importante de Madrid, pero nosotros éramos el equipo a batir siempre», recuerda.

Beci, que nació en Lugo hace 77 años, pasó a la historia del club con un potente brinco que quedó inmortalizado en la icónica fotografía que él mismo sostiene en la imagen que acompaña este reportaje. «Fue un córner, o no sé si una falta desde allí, pero muy esquinada. Sacó Cervera y yo salté para rematar de cabeza. El portero salió, pero se chocó con el central y yo aproveché y metí el gol», resume en un suspiro una jugada que le lleva acompañando casi a diario desde hace medio siglo. «Mucha gente me la recuerda, y hay fotografías por un montón de sitios. Yo en casa tengo dos o tres, en el Orzán, el club donde empecé, hay otra,...», enumera.

Aquella diana llegó a los siete minutos y dio tranquilidad al Deportivo, pero, reconoce el exfutbolista, «el Rayo no empató al final de milagro». «Hubo una jugada a falta de cinco minutos que hizo Veloso, el que había jugado aquí y en el Madrid con Amancio, que entonces estaba en el Rayo. Se quedó solo delante del portero Seoane y la tocó hacia un lado, pero dio en el poste. Hubiera sido el empate y hubiera sido una pena. Pero estaba escrito que fuese así y fue así», recuerda.

Aquella fue la temporada del debut en el banquillo de un mito, Arsenio, quien había comenzado como segundo de Roque Olsen y acabó la competición como máximo responsable. Cuentan las crónicas de la época que el Zorro se llevó aquella semana a la plantilla al balneario de Arteixo. De vuelta en A Coruña en la víspera del partido, se fueron al cine a ver Si estás muerto ¿por qué bailas?, una situación que era habitual en las concentraciones. «El equipo era muy bueno —explica Beci—, jugaba muy bien y estaba muy acostumbrado al filo de la navaja. En Segunda muchas veces a mitad de temporada ya sabíamos que habíamos ascendido. Había sitios que con las camisetas solas ya ganábamos... porque éramos nosotros. Y en Primera era al contrario, salvo alguna temporada concreta que quedamos en mitad de la tabla, u otras en que bajamos por el golaveraje en contra, que era muy triste. Dentro de lo que era el club, las del llamado Dépor ascensor eran buenas temporadas. Nunca hubo un caos o una hecatombe por no ganar», añade.

El gol encumbró a Beci como el gran goleador que fue de aquel Deportivo. «Se reconoció mucho, porque se convirtió en un ascenso histórico y el gol también lo fue. Luego, el Deportivo estuvo casi veinte años sin levantar cabeza. Ese gol fue el último de una época», señala. Solo un par de años después, tras el regreso del equipo coruñés a Segunda, Beci sufrió la cara amarga del fútbol: se lesionó un menisco y en un entrenamiento, a punto de reaparecer, también se rompió el otro. «Cuando fue lo del primero, lo tenía hecho para ir al Atlético, pero se rompió el menisco y se acabó todo».

«El fútbol es de pillos», señala el exfutbolista

Beci, que jugó una temporada cedido en el Osasuna antes de convertirse en pieza indiscutible del Deportivo, bromea al recordar su histórico gol de cabeza, pese a que no es alto: mide 1,71 metros. «Pero saltaba mucho e iba bien de cabeza. Era un tramposo (se ríe). El fútbol es de pillos. Hay mucho fútbol subterráneo que no se ve, y dices, y te dicen, cosas y pasan cosas, pero no se ve. Y después no pasa nada. Son cosas del partido», señala. En este sentido, reconoce que aquel gol y el eco que disfrutó en el fútbol español le valieron para convertir en clásicos sus duelos con algunos de los más nombrados centrales de la época. «Los duelos de Beci con Gallego, que era un central del Barcelona, eran esperados a lo largo de la temporada. Y en Madrid también se hablaba de los que tenía con Benito o De Felipe», afirma.

En este sentido, aunque el gol al Rayo Vallecano pasó a la historia del Deportivo por su trascendencia, si el exfutbolista se tiene que quedar con el más bonito de su carrera, incluye otros en la lista. «Aquel del ascenso fue un gol bonito, pero tuve la colaboración del portero. Bonito, bonito fue uno en San Sebastián, que ganamos por 1-0 a la Real, desde la izquierda, cerca del banderín de córner. El portero esperaba el centro y se abrió, pero yo le di con efecto y entró directamente en la portería. Tuve muchísima suerte. Me acuerdo que un periodista de allá me preguntó al acabar si había sido de casualidad. ‘No, de casualidad, nada’, le dije. Pero tuve la suerte de que entró. También recuerdo otro gol en Valencia, con Arsenio de entrenador, en el que me marché del central, driblé al portero y me acabé metiendo con el balón dentro de la portería. Pero también hubo otros en que estaba en la mismísima raya de gol y la echaba por encima. Fallé goles cantados. No todo es gloria. Es el día a día de los delanteros y de cualquier trabajo, en realidad», reflexiona.