Breve espejismo en Riazor

TORRE DE MARATHÓN

Keko celebra su gol ante el Zamora
Keko celebra su gol ante el Zamora César Quian

El Deportivo vivió durante unos minutos la ilusión de enmendar su triste campaña

29 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Copas de yate es un brindis muy común en la cárcel; un ideal, sí. Después de una larga vida de maldades, te encuentras allí, en un enorme yate en alguna parte de los cayos de Florida, tomando copas de yate». El Deportivo vive ambientado en el género negro y no faltan grandes referentes en su guion. El final (lo que venga a partir de ahora es solo un bis menor) venía resumido en una cita de Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto. Veinte minutos duró la ilusión del crimen perfecto, enderezando por cuenta ajena una (otra) campaña para el recuerdo. Directa a la lista de horrores blanquiazules, sin esperar a los seis encuentros del mal menor. Al conjunto coruñés no le cabía otro objetivo que el ascenso o la muerte heroica en un cruce, pero cayó sin gloria en la ronda de clasificación. Rubén de la Barrera se conocía la película y deslizó un spoiler a la puerta de A Malata, donde reconoció perdida la última bala. A partir de ahí, ya con el ojo enfocado en combates ajenos, el Dépor empezó a crecer.

La historia mínima con la que se despidió hasta que toque amarrar la permanencia delata el tiempo perdido y ofrece la oportunidad (otra, también) de que el próximo relato no se tuerza antes de empezar. Si encadenar tres victorias no da plaza de privilegio ni desempata con claridad ambas vueltas —un punto menos en la segunda; idéntico número de goles en contra y a favor— marca al menos tendencia y señala por dónde seguir. Presión alta y verticalidad sirvieron fuera (Barreiro) y en casa, con Bergantiños como facilitador. No hay de momento otro como el capitán para disimular las limitaciones de Granero y Mujaid al sacar el cuero desde atrás.

Cierto que el Zamora no se desvivió por incomodar, pero hace tiempo que no dañan a la vista los cambios de orientación del central zurdo que obligaban a Keko a gastar fuerzas persiguiendo balones imposibles. El equilibrio se propaga hacia delante y permite que Villares crezca sin el agobio de sentirse único en la creación. La calma de Uche tiene por fin un motivo porque sus pases no son sustanciales para eliminar adversarios y sus pérdidas no se castigan con ocasión de gol.

Esa red a la que añade consistencia Raí ayuda a explicar la disponibilidad de un carril por el que Salva Ruiz ahora y Héctor hasta caer de nuevo, pueden asomarse a campo ajeno y centrar. También libera al futbolista diferencial. Keko goza de movilidad ilimitada, seguro de que los espacios que genere quedarán vigilados frente a errores y tendrán un ocupante, de distintas procedencias, para atraer marcas y dar continuidad a la fase ofensiva. El equipo se relaciona durante la posesión. Tarde para cumplir este curso, pero puede que a tiempo para garantizarse un porvenir.

El inmediato discurre por Soria, Langreo y Luanco, en lugar de pasar por Burgos, Valladolid y León. Con los duelos directos cuesta arriba frente al Racing y al Compos, mientras que estaban vencidos ante Unionistas, Zamora y Celta B. Queda por lo menos —lleva tiempo formando A Coruña expertos en encontrar el mal menor— un bloque perfilado, reabastecido forzosamente desde el Fabril, y el viento a favor de una cadena de triunfos que habrá que volver inmune al revés de otra última jornada en la que el Deportivo no es quien. Ni dependiendo de sí mismo, ni necesitando de los demás. Quedan los veinte minutos de entrenamiento para cuando haya un motivo real por el que brindar.