César Villafañe: «En el mundo del fútbol, que te dejen trabajar tranquilo no tiene precio»

TORRE DE MARATHÓN

Zamora CF

El director deportivo del Zamora coincidió con Rubén de la Barrera en la Cultural Leonesa: «Es un entrenador magnífico»

26 mar 2021 . Actualizado a las 09:57 h.

César Villafañe fue futbolista en la década de los 90. Como mediocentro militó en varios clubes de Castilla y León (llegó a jugar en Primera con la Unión Deportiva Salamanca) y vistió durante quince encuentros la camiseta del Racing de Ferrol. Desde hace tres años maneja la dirección deportiva del Zamora, un recién llegado que se ha colado ya en la fase de ascenso a Segunda.

—Son el único equipo del grupo con un puesto asegurado entre los tres primeros. Pocos habrían apostado por ello en una revisión de plantillas a principio de curso.

—Es que el 90 % de nuestros jugadores no solo llegaron con nosotros desde Tercera, sino que entre los fichajes del verano únicamente un futbolista venía de Segunda B. El resto jugaban también en Tercera. Pensando en la reestructuración de la competición y en el subgrupo en el que caímos, entendimos las dificultades que íbamos a encontrar. Nuestra confección de plantilla del año anterior ya se hizo para no precisar muchos retoques en caso de que ascendiéramos. Siempre tuvimos claro que el inicio de esta temporada iba a ser clave y que resultaría fundamental reducir todo lo posible el tiempo de acoplamiento de los jugadores. Las dos primeras victorias fueron importantísimas.

—Dos campañas de éxitos, pero en su primer curso en el cargo se escapó el ascenso. Nadie puso en duda su puesto, pese a ello.

—Este es un proyecto con todas las letras y la clave en un proyecto es el tiempo y la confianza. Yo venía de la estructura de la secretaría técnica de la Cultural y por mediación de ellos llegué al Zamora. Desde el primer día sentí que la confianza era plena. El club estaba en unas condiciones que eran muy próximas a la desaparición, pero creo que partiendo de ahí las cosas se hicieron bien. Fue muy duro no lograr el ascenso en la primera temporada, porque lo vimos muy cerca después de una gran fase regular. Aún así, pusimos los cimientos y un año después pudimos mejorar todavía un poco más.

—Movilla no fue su primer técnico. Llegó con la temporada iniciada.

—Cuando llegué mantuve a ocho o nueve jugadores y al entrenador, que tenía contrato, buscando algo de continuidad. Comenzó la temporada y ganamos tres partidos en las cuatro primeras jornadas, pero yo sentía que esto no carburaba, por mi manera de entender el fútbol y el equipo, así que tomamos la decisión de cambiar de técnico. Me reuní con Movilla y en cuanto nos levantamos de la mesa le dije a los dirigentes que tenía clarísimo que tenía que ser él. Vemos esto de forma muy igual y considero que eso es indispensable, tiene que haber una sintonía absoluta entre el director deportivo y el entrenador, lo contrario es tirarse piedras al propio tejado. Y ya no hablo solo del aspecto deportivo, sino en el extradeportivo. Nosotros hacemos mucho hincapié en el grupo, en el día a día. Mi idea era la de fomentar algo que puede ser más habitual en el fútbol inglés, que los jugadores no vinieran solo al entrenamiento, sino que conviviesen aquí. Movilla multiplicó esa idea por mil.

—¿Por qué él?

—Conocía su carrera. En el Leioa hizo un trabajo espectacular para conseguir que un equipo de Preferente subiera a Segunda B con unos medios muy limitados. Y en el Barakaldo, su temporada y media también fue muy buena. Todos los comentarios que recogí acerca de su filosofía de trabajo y del juego de sus equipos me encajaban. A día de hoy la relación, tanto profesional como personal es perfecta.

—Su trabajo está llamando la atención y ha tenido ofertas de Segunda. ¿Por qué cree que sigue en el Zamora?

—Se trata una persona poco habitual en esta profesión. No le mueve lo material. Es muy agradecido y antepone otras cosas. Aquí se identifica mucho con el proyecto y se siente parte fundamental a la hora de construir el Zamora que estamos construyendo. Algo que es difícil poder hacer en otros equipos porque siempre hay presiones de la propiedad o una presión externa que te afecta. Que te dejen trabajar tranquilo no tiene precio en el mundo del fútbol.

—Por aquí no han abundado los años de calma.

—Es que hablamos de un club como el Dépor, con una historia fuera del alcance del resto en la categoría y casi en el fútbol español. La masa social que mueve ejerce una presión y eso posiblemente haga más difícil construir las cosas con paciencia, como tenemos la suerte de poder hacer aquí. No conozco el Deportivo a nivel interno, así que no puedo opinar de lo que sucede allí, pero sí sé que al Zamora llegamos con una idea de crear algo poco a poco, sin que los resultados inmediatos lo condicionasen todo, y pienso que es lo que estamos haciendo, algo que en este deporte es muy complicado hoy en día, porque todo son resultados, resultados, resultados.

—Al actual entrenador lo conoce de su etapa en la Cultural.

—Qué voy a decir de Rubén. Es un entrenador magnífico, con las ideas muy claras. Tiene en su cabeza la identidad que pretende generar en sus equipos y trabaja sobre ello. Además, es un técnico que ha hecho carrera desde abajo y eso tiene mucho mérito, se ha ganado el crédito y el nombre que se ha hecho en esto. Solo puedo decir cosas buenas sobre él, tanto a nivel deportivo como personal, aunque nuestra relación no sea estrecha pese a haber coincidido. El Deportivo tiene un gran entrenador.

—El partido en el Ruta de la Plata fue el último de Fernando Vázquez. ¿Le sorprendió el cambio?

—Creo que los conceptos de ambos entrenadores son diferentes. A los equipos que bajan de categoría se les suelen complicar los comienzos. Apostó por jugadores procedentes de categorías superiores y considero que al futbolista le cuesta menos dar el paso desde abajo que desde arriba. La Segunda B es complicada y tiene sus particularidades y quizá hizo falta esa adaptación, tomar conciencia de que ser el Deportivo no te hacía ganar partidos, porque encima estoy convencido de que este es el subgrupo más fuerte de la categoría, todos los equipos tienen varios jugadores buenos, el nivel de profesionalismo es alto. Nadie regala nada y los partidos se deciden por detalles.

—¿A dónde va ahora el Zamora?

—La idea es seguir disfrutando, como hemos hecho en la primera fase. El secreto ha estado también en eso. Ves a los jugadores y sientes que ni quieren que acaben los partidos, están comprometidos y creen en el mensaje del míster. Van a muerte. Pensamos en el día a día, y quién nos iba a decir hace un año que íbamos a medirnos al Dépor en Riazor en la última jornada de esta fase, ya con los deberes hechos. Así que, eso, a seguir disfrutando.