Metodología y rendimientos individuales

José Manuel Pose

TORRE DE MARATHÓN

Xoán Carlos Gil

07 feb 2021 . Actualizado a las 17:43 h.

La metodología de entrenamiento y todo lo que acompaña al proceso de preparación de un equipo se puede adornar, pero la esencia sigue siendo ganar partidos. Y para eso hace falta marcar goles. De poco vale el cómo, si se olvida el objetivo esencial. Si un equipo no marca, es imposible ganar: esa es la única verdad incuestionable. Sin entrar en gustos, ni deseos, bajando a la dura realidad de cada domingo de este Deportivo, si en esto no se avanza, se inicia un camino de retroceso. Se han cambiado jugadores, variado ritmos, jugado contra rivales diferentes, en espacios y situaciones distintos, pero con el mismo resultado una y otra vez.

En O Vao, el hecho de que un entrenador haga cuatro cambios al descanso denotó que el plan de partido fue malo, y que se intentó revertir a la desesperada la situación. A la desesperada porque, a modo de reflexión, y volviendo a la metodología, habría que ver cuántas veces los once jugadores de la segunda parte coincidieron en el mismo equipo durante un entrenamiento. Si el plan B era preparado, o si fue fruto de las circunstancias. De nada sirve justificarse en la metodología para buscar el resultado de cualquier manera.

La segunda parte del Deportivo fue el resultado de dos aspectos distintos: en primer lugar, la huida hacia delante del equipo; y, además, el posicionamiento, de nuevo inteligente, del Coruxo para rentabilizar la ventaja que había adquirido. En el fútbol siempre se habla de favorecer contextos, y destacando a Rayco y Villares como luz al final del túnel, en ningún caso se ha facilitado el contexto para el debut de estos jugadores.

Al respecto de Abad y Keko, señalados ahora como culpables de algo, también hay que recordar qué hicieron hasta esos momentos de los goles. En el caso del portero, una parada en el minuto uno que mantuvo al Deportivo en el partido. Mientras, Keko era el único foco que parecía activarse cada vez que el equipo pisaba campo contrario. Por tanto, en deportes colectivos, los intentos de personalizar los fracasos debieron quedarse atrás hace mucho tiempo.