El Deportivo encuentra el ritmo

TORRE DE MARATHÓN

MARCOS MÍGUEZ

Borges, Bergantiños y Mosquera se confabulan para dar sentido al juego coruñés

06 ene 2021 . Actualizado a las 23:29 h.

Fernando Vázquez acudió a sala de prensa a deslizar entre sus valoraciones del partido un mensaje perturbador: Es estrictamente necesario ganar los dos próximos encuentros, porque «no podemos saber qué podría pasar a continuación». En el día en que un tipo disfrazado de Buffalo Bill se apunta a un asalto en masa al Capitolio, cualquier opción apocalíptica parece menos descabellada. Si en Washington se instaura el toque de queda, qué no podrá ocurrir en Segunda B. Debe quedar todo atado, por las dudas, y no hay tiempo que perder. El horizonte es de diez días. Nada de pensar en el largo plazo de una segunda fase y su posterior play-off. Tras casi una vuelta de rodaje, el Dépor precisa demostrar que está capacitado para dominar encuentros, e incluso ganarlos con autoridad. Falló en lo segundo, que ayer importaba menos, pero probó que sabe mandar.

En la previa a la cita copera se había machacado el mensaje de la ausencia de presión. El favorito, por primera vez, sería el rival. Eran los de casa los que podían por fin jugar desbocados, sin nada que perder. La propaganda caló incluso entre los veteranos, a quienes menos debería condicionar la necesidad. Aunque esos, como explicó después Bóveda, actuaban alentados por el deseo de rejuvenecer. «Se trataba de reivindicarnos como plantilla e individualmente, demostrar que no estamos tan lejos de jugadores que ahora mismo están compitiendo al máximo nivel», confesó el zaguero, ejemplo del efecto de semejante motivación.

Al flashback se apuntaron también Borges y Bergantiños, curtidos en esa liga que ahora disputa el Alavés. Ellos dos, junto al único fabrilista del once, concentran lo bueno del adiós a una competición con formato de paripé, de la que no pudo haber mejor modo de salir. Pronto y bien. Es cierto que Keko desestabilizó el encuentro desde su banda y que Mujaid lo frenó casi todo, pero en eso no hay novedad. Es en la zona de creación donde el Deportivo más se pareció a lo que debería ser y no es.

Celso gobernó el duelo porque ha encontrado por fin el ritmo al que se debe imponer. Llegó antes que el adversario a los balones divididos, supo cuándo cerrar las piernas y cuándo colar la pelota entre las del rival, soltó el balón siempre a tiempo, solo un instante antes de perderlo, encontrando socios con los que combinar. Abarcó césped por todos, haciendo olvidar a sus pulmones que es uno de los futbolistas con más kilómetros del plantel. Hasta pareció desplazarse rápido, aunque ya no esté en edad de aumentar velocidad. Es, en su condición de estrella, quien debe marcar diferencias en la categoría; a ello se había puesto justo antes del parón, y no ha perdido el paso por Navidad.

La idea es que Uche refuerce ese dominio blanquiazul, pero el nigeriano ha sufrido una preocupante involución que limita su repertorio a retener la bola, interponiendo el cuerpo ante aquel que se la quiera arrebatar. Una vez asegurada, le cuesta moverla, obcecado con los pases de seguridad. Bergantiños mejoró a su compañero en esa faceta, acudiendo a recibirla y tratando de saltar líneas mediante envíos a más de un par de metros de distancia, sin ceder tampoco ante la presión del Alavés.

Y la pareja se volvió trío por obra del filial, porque en Mosquera no bajó el nivel. Nunca le quemó el cuero, casi siempre eligió bien. Apareció por fin el enganche preciso para conectar el centro del campo con el área del oponente (lo que allí sucede aún no tiene solución). Ni era Nacho ni lo fue Borges, empeorado lejos de la medular. De la parcela a controlar de inmediato, por si no hay tiempo de hacerlo después.