Los ojos del Deportivo puestos en el carril

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

El sistema y las bajas del conjunto blanquiazul han reforzado el rol ofensivo de sus laterales, piezas bajo constante sospecha en el primer equipo y producto estrella en la cantera

31 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«En los laterales se suele pensar después de completar el resto de posiciones, es donde habitualmente casi todo el mundo ajusta». La reflexión es de un director deportivo en plena confección de una plantilla para Segunda, pero ha servido como receta en más de una ocasión saltando de categoría en categoría durante varias generaciones. La columna vertebral de los equipos discurre por el eje central, de la portería al punta, y cuando se piensa en los costados se hace buscando especialmente capacidad para desbordar. Solo que el fútbol tiene esa adicción a las modas que aumenta su imprevisibilidad y remueve cualquier principio. Fuerza, por ejemplo, a que ante el embudo del sector mejor dotado haya que aprovechar los márgenes para obtener superioridad. Esa ventaja que otorgan quienes aparecen para sumarse a los que están.

O para ocupar un vacío, como debe suceder habitualmente en un Dépor que ha prescindido varias veces de sus extremos, por voluntad propia o por obligación. Fernando Vázquez identificaba a Keko y Lara como únicas piezas idóneas para ocupar las esquinas de la segunda línea ofensiva, y solo en cuatro partidos han compartido once el madrileño y el andaluz. Este detalle y el de la zaga de tres centrales desplaza el protagonismo hacia otra posición. «En el partido de Copa, el gol viene de una incorporación por la derecha en la que llego yo, meto el balón al área y acaba marcando Héctor», apuntaba ayer Eneko Bóveda, convirtiendo en botón de muestra el tanto anotado a El Ejido.

«En el fútbol los laterales son una especie de termómetro que indica si el equipo está defendiendo o atacando más», reflexionaba el veterano futbolista vasco, apuntando un atributo extra a la plaza que ocupa. «Hay laterales que son capaces de desequilibrar la balanza, de poner a su equipo atacando o defendiendo», admitía. Algo que de momento no sucede en el Deportivo, aunque como reseñó enseguida Bóveda «esto generalmente suele ser más consecuencia del nivel de juego del equipo». Y de nuevo, el ejemplo copero: «Contra El Ejido, en el comienzo el equipo dominó con claridad y nos permitió a los laterales poner muchos centros, cuando empezamos a sufrir nuestro protagonismo bajó. El protagonismo de los laterales en ataque suele ser más consecuencia que causa».

Sin embargo, en el conjunto blanquiazul, por los motivos ya señalados, ese protagonismo es una necesidad. Carrileros que lleguen y centren, además de defender. Un debe frecuente en el plantel coruñés. La producción del tanto que permitirá al equipo medirse al Alavés es prácticamente una excepción, porque, más allá de rachas puntuales, pocos laterales han aportado profundidad al Deportivo por el exterior.

La solución a medio plazo está en una cantera plagada de recursos a explotar. No hay posición mejor nutrida desde cadetes hasta el Fabril. Pasando incluso por alto la presencia de Valín, quien ya demostró ante el Unionistas o el Coruxo cuánto puede ofrecer.

En el cadete San Tirso, Pablo Parada y Hugo Torres llaman la atención en el margen izquierdo de la zaga; en el Juvenil B, Berrocal (zurdo) y Carlos Rodríguez (diestro) se han consolidado un año antes de lo que correspondería por edad. Y en el filial han irrumpido Guille Bueno y especialmente Trilli, uno de los productos más destacados de la factoría blanquiazul. A las cada vez más relevantes orillas coruñesas hay mucho bueno por llegar.