Que Rolan brille cuanto pueda

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

El uruguayo vive en un escaparate, a caballo entre la dependencia y el riesgo de fuga

30 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Firmemente dispuesto a declararse, a Fernando Vázquez le sobró lo que dura un derbi. Lo que pueda decirse en ochenta minutos, que no tome hora y media. Y a falta de anillo, que el amor se exprese en tiempo. El técnico avisó el viernes de que no estaba Diego Rolan para jugar un partido completo, pero olvidó mencionar que tampoco está el Deportivo para racionar el talento. Al uruguayo le tomó más arreglar sus papeles que ponerse a punto; aunque, bien mirado, llevaba ya tres años preparándose para hacer magia: quebrar a su compatriota Quintana, colocarle el balón en la mano y recuperarlo después a once metros del portero. Convertir un centro atrás en un gol de penalti y ganar tres puntos en lo que se tarda en tocar cinco veces el cuero.

Pocos estrenos con mayor impacto. Menos aún con un número de figurante a la espalda. El 22 de Rolan simboliza su condición de hombre de paso, pero pesa tanto como el 10 que ahora vuelve a estar de moda. Sin meritorios del Fabril a la vista, los dorsales altos se reparten por orden de llegada y cuando el delantero se quedó sin postores ya solo quedaban cuatro disponibles. Eligió el que antes llevó Borges.

El tico se ha mudado al 8 que registra sus galones y su puesto en el campo, donde cada vez se entiende mejor con Uche y con los adversarios. Ese doble pivote convertible —frente al Racing llegó a adoptar forma de rombo natxiano— entronca el carril de seguridad en el que nada sucede. Empieza en Abad y conduce a la medular, a través de Granero y Mujaid. No hay acceso posible a la portería blanquiazul a través de esa vía. Para llegar a la contraria falta encontrar al menos un enlace y un punta.

Los enganches disponibles, por condición natural —Nacho González— o necesidad —Galán—, no dan el nivel de quienes les guardan la espalda. Tampoco desentonan, por desgracia, con lo que se mueve por delante. Beauvue es todo voluntad, ni más ni menos. De Rui Costa faltan referencias; por el momento solo se sabe que tarda en salir del fuera de juego. Adri Castro mantiene intacto su crédito; sigue siendo el ariete que colocó al Ourense al borde del ascenso, porque no ha vuelto a actuar después de aquello. Miku apunta maneras para lo que le permita el cuerpo, que es poco de momento. Y queda Rolan, imprescindible de aquí a enero.

El uruguayo no encaja en el perfil de ariete. Su dominio de la pelota, su conducción con regate seco, favorece el tránsito por banda. Preferiblemente, la izquierda, donde le hizo el truco a Quintana. La de Babel, que también tardó en concursar y se esfumó enseguida. El holandés llegó a mercado cerrado y entre lo que quedaba eligió el 23 de Jordan. Se perdió a los seis meses por extinción de contrato. El de Rolan llega hasta junio del 22, como advierte el número a su espalda, pero sus minutos de juego son de doble filo. Si brilla lo suficiente, llamará la atención cuando el mercado abra de nuevo. Dosificarlo es tentador, aunque Vázquez no lo haya hecho ni tras anunciarlo en sala de prensa. El amor y sus riesgos.