Borja Granero: «Sé que haciéndolo bien en el Dépor voy a sentirme muy realizado»

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Descartó ofertas de Segunda buscando «algo que le gustara de verdad»

01 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Borja Granero (Valencia, 1990) aparece con dos aparatosas bolsas de hielo ancladas a sus rodillas que le hacen subir con dificultad las gradas. «Estoy operado de las dos y desde hace unos años siempre me pongo. Por prevención», explica el central. En la derecha, el cruzado; en la izquierda, triada. Dos de las mayores desgracias. Pero está bien. Hijo de futbolista —su padre es el ahora entrenador José Carlos Granero—, es de los nuevos, pero no es ningún novato. Cuando habla se le nota que ya ha soportado el peso de la capitanía en equipos históricos del fútbol español.

—Recreativo, Racing de Santander, Extremadura, Dépor... su carrera desprende cierto romanticismo.

—Me lo habían dicho alguna vez. Sí que es verdad que he ido un poco ligado al fútbol más profundo, más clásico. El de los clubes de toda la vida. Y yo encantado. A mí me encanta que se me asocie con eso porque me gusta de verdad el fútbol.

—Se ha dicho y repetido que iba a ser un año duro, ¿pero no esperaba un inicio algo más holgado?

—No. La verdad que no. Yo creo que todos los que hemos venido, sabemos de la exigencia. Yo por lo menos lo sabía, porque he estado en sitios con mucha. La exigencia que hay, es esta. Y esto es lo que te vas a encontrar. Partidos muy cerrados, muy feos de ver, y esto va a ser la tónica. Habrá momentos en los que no se nos vea cómodos y dentro de eso, habrá que intentar sacar resultados. Habrá otros en los que estaremos más fluidos y habrá que aprovechar.

—Es habitual escucharle dar órdenes en los entrenamientos de Abegondo, ¿es usted de esos defensas que hablan mucho?

—Al final, la ventaja que tiene el de atrás, y yo que vengo de una posición más adelantada, es que lo ve todo. Es más fácil así colocar a la gente que tengo por delante o a mi línea, viendo todo el camp.Lo único que intento es ayudar y es algo que me mantiene dentro del partido y que creo que activa a los compañeros. Pero solo hablo lo necesario, tampoco hay que estar todo el día con la radio enchufada..

—Frente al Compostela se le vio echar una bronca monumental al final del partido.

—Sí, porque para la gente de atrás va a ser un año de mucha concentración. Más que de participación. Tenemos un equipo que va a jugar con mucha gente por delante del balón, con mucha gente que va a atacar. Defender va a ser una cuestión de concentración. No me gusta que fuera de casa, en el minuto 93, nos hiciesen dos o tres transiciones. Me da igual que esto sea el Dépor y que haya que ir a ganar todos los partidos. Lo que no quiero es que lo que no he podido ganar en 93 minutos, lo pierda en 30 segundos.

—Suena a lo que pasó contra el Extremadura la pasada temporada, donde usted jugaba.

—Es que ese partido… No sé lo que os pasó por la cabeza. No sé lo que le pasó a los jugadores. Un 2-2… Y ya estaba.

—¿Cómo lo vio desde el otro lado?

—Nosotros vinimos a competir. Porque al final en esos partidos, si no compites tienes más riesgo de lesionarte, tienes peor sensación, aunque tu objetivo ya no lo hayas cumplido. Para el jugador que juega sin tensión, es peligroso. Y al final, nosotros nos encontramos con un equipo que no reaccionaba. Estaba en un momento tan difícil que no fue capaz de solucionar eso que tuvo.

—¿Lo ha hablado con sus actuales compañeros?

—No hablamos mucho del tema. Pero, claro, alguna vez sí que con Eneko. Yo que siempre hablo mucho de fútbol me ha coincidido al lado de él en la taquilla.Es un día para el que es difícil encontrar explicaciones. Ellos tampoco encuentran una explicación de decir: «Fue esto», ¿sabes? Mi opinión es esa, que fue un momento tan difícil, de no saber, de tanta incertidumbre, de ver que estos están aquí sin objetivo y están empatando cuando también tuvieron ocasiones para ir ganando. Fue un partido muy raro. Y es el fútbol, que es así.

—Y luego todo el caso Fuenlabrada. Por entonces usted no sabía que acabaría aquí.

—Los contactos que tuve fueron en verano. Independientemente de la categoría en la que estuviera el Dépor yo quería venir aquí, por cómo había hablado con Alfonso (Serrano) y con Richard (Barral). Nosotros, cuando se paró y hubo todos los casos, sabíamos que algún día iba a pasar, que en algún momento un equipo iba a tener casos positivos porque llevábamos muchos días sin que pasara nada y éramos casi las únicas personas de España que se movían de lado a lado, y aún con todas las medidas, podía pasarte. Pero que pasara ese día... Uf. Evidentemente no está bien lo que se hizo. Antes del partido, el Dépor ya sabía lo que iba a pasar. Eso es por lo que se queja todo el mundo, había que jugar todos en las mismas condiciones y en el mismo momento.

—Dice que usted quería venir. Supongo que tendría ofertas de Segunda, ¿por qué elegir esto?

—Sí, tenía cosas de Segunda. No quiero menospreciar a ningún club, pero, por las experiencias que había tenido y la edad que tengo, quería moverme por algo que me gustara de verdad. Que dijera: aquí hay algo muy importante que hacer, que va a conllevar una gran responsabilidad y que el sitio al que voy es muy grande. Sé que haciéndolo bien aquí voy a sentirme muy realizado. Es lo que busqué. Tenía todo lo demás encima de la mesa, y cuando me llamó mi representante lo paramos todo. Le dije que lo paráramos, que fuéramos conscientes de que era un equipo que estaba en Segunda B, pero que era un club que hay que respetar.

«Viví el estreno en Riazor como si estuviese lleno»

Casi podría decirse que a Borja Granero le indigna que se utilicen eufemismos para evitar hablar del ascenso. Él abraza esa palabra, tantas veces tabú en los inicios del calendario: «Hombre, claro, he venido a estar arriba y a conseguir el objetivo». Pese a un comienzo dubitativo sobre el césped a ojos del espectador, su fe no flaquea.

—Tiene de compañeros a gente como Bergantiños o Beauvue. A Borges, que ha jugado un Mundial.

—Sí, y siento respeto y admiración. Siempre hay cosas que hacen o piensan dentro del campo que dices «eres diferente». Lo ves diferente a otro. Me gusta mucho eso, igual que con Álex. Aprendo de todos, pero esos jugadores son un puntito más. Tienen más kilómetros, más partidos, más acciones de las que poder aprender. Yo considero que se puede aprender algo nuevo todos los días. Y con ellos más.

—¿Qué tal sintonía tiene con Mujaid, su compañero de zaga?

—Muja es un tío joven que, con las condiciones que tiene... Bueno, todo el mundo habla de eso, es evidente, pero en lo otro tiene un margen para aprender enorme y encima, si le dices las cosas, te escucha y las prueba. Y si ve que le funcionan, las incorpora.

—Se ha estrenado en un Riazor a medio gas, ¿es un campo diferente?

—Hombre, es evidente. Es un campo de Primera, de los importantes, de un club importante que circunstancialmente está en esta situación. El otro día vinieron 3.000. Yo no sé si es por la forma en la que se hizo o porque llevamos mucho tiempo jugando solos, pero la atmósfera era diferente. No sé si por las ganas también de que hubiera gente o qué, pero lo viví como si estuviera lleno. No me quiero imaginar cuando lo esté. Está claro que es diferente. Siempre lo digo, hay campos a los que vas, aunque sea como espectador, y respiras fútbol. Entras, te sientas en la grada y conoces hasta las tomas que has visto por la tele, dónde está enfocando. Riazor es uno de esos.