La hora de Yago Gandoy

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Entrenadores que lo formaron retratan un jugador responsable y serio, líder de una generación a las puertas del fútbol profesional

20 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Yago Gandoy acaba de disfrutar del partido que todo canterano blanquiazul espera. Fuera de la alineación inicial, saltó al campo en la segunda parte, poco después del gol del Salamanca, para liderar a un Dépor que acabó sellando la victoria. El joven centrocampista coruñés, de 21 años, revolucionó el juego de su equipo en ataque y disfrutó, además, de protagonismo en la jugada decisiva, pues de sus botas salió el centro que Bóveda convirtió en el 2-1 definitivo. Es el estallido de Gandoy, que amenaza con derribar la puerta de la titularidad.

Su buen partido se gestó a partir de dos características que le han acompañado siempre. Por un lado, el carisma para asumir responsabilidades desde bien pequeño, como bandera de una de las generaciones más talentosas del fútbol coruñés, la del 99, y, además, el temple para levantar la cabeza y tomar la mejor decisión. El domingo, en un Riazor que festejaba la vuelta del público a las gradas, no le afectaron ni el agobio del último suspiro de partido, ni la olla a presión en que se había convertido el estadio en pos de un triunfo que no llegaba en la primera jornada de Segunda B. «Eso de levantar la cabeza y pasar ya lo hacía de pequeño. Tenía gestos de futbolista que no le veías a otros», explica Saúl Vázquez, el técnico que lo dirigió en los dos años de infantil en la base del Deportivo.

Quizá la explicación a esa sangre fría radique en los entrenamientos con su padre, David, ahora técnico en la base del Montañeros y con el que el pequeño Yago acudía a A Torre a jugar. «No tenía muy claro lo del fútbol. Recuerdo que el primer día que con 4 años fuimos a la escuela del Ural no le llamó mucho la atención, pero a los tres o cuatro meses ya me pedía bajar a jugar y le vino esa ilusión», añade el progenitor.

Elegante y esforzado

En las filas del modesto club coruñés comenzó en los prebenjamines, pese a que aún era un biberón. «Era muy elegante con el balón, a casi todo el mundo le llamaba la atención. Ya de aquellas jugaba en el medio y repartía el juego, pero también metía sus golitos, tenía muy buen disparo», recuerda Carballal, uno de sus primeros entrenadores y quien, a finales de los setenta, había llegado a jugar en el Fabril de Rodríguez Vaz. También Saúl Vázquez se refiere a ese afán de Gandoy por la pelota en esos momentos en que para otros quema. «Siempre la pedía, no se escondía nunca y sus compañeros lo sabían», explica.

El dorsal 14 deportivista compartió formación con promesas que ahora, como él, luchan por ser futbolistas. Entre otros, Chumi (que luego se fue a La Masía y ahora milita en el Almería), Manu Mosquera (Fabril), Iago Parga y Aarón Sánchez (Penya Deportiva, Segunda B) o Iago Novo (Polvorín, Tercera). Pero sobre todo Adri Castro, un año mayor que él, pero al lado del que comenzó en el Ural y ahora siguen juntos en el Dépor en pos del ascenso a la élite. Esta generación del Dépor ganó la Copa Coca-Cola cadete del 2014, considerada junto a la fase nacional de la Nike Cup (en la que participaban las perlas de las canteras más importantes), una suerte de Campeonato de España de la categoría.

«Teníamos jugadores muy talentosos. En todas las categorías hay uno o dos que llaman la atención, pero en esta había nueve o diez que eran realmente buenos. Ahora bien, que luego lleguen y alcancen el primer equipo es lo que todos los que en algún momento los hemos entrenado pretendemos. Para mí fue un orgullo verlo jugar así de bien el domingo», insiste Saúl Vázquez, quien en los últimos años coordinó el proyecto de la Liga española en la India, donde hay varias escuelas, después de haberlo hecho en China. «Yago siempre ha tenido una visión de juego que le permitía ocupar muchos espacios. Robaba balones sin disputa ni entrada, solo por estar bien situado en el campo», añade.

David Gandoy recuerda que ya en la cantera del Deportivo, e incluso antes, su hijo siempre jugó de centrocampista, aunque no exactamente donde Fernando Vázquez lo está situando en el definitivo salto del canterano al primer equipo. «Su sitio era el de Uche o el de Álex Bergantiños ahora: salir con el balón desde atrás. Ya en fútbol-8 jugaba ahí. Ahora bien, todo lo que pueda aprender o enriquecerse en otras posiciones le vendrá bien para el futuro. Él donde más disfruta es en esa posición, pero los que ahora están son de otro nivel y a él le toca esperar su oportunidad», insiste.

En cuanto a la responsabilidad que acompaña el juego del mejor del Dépor contra el Salamanca, el padre de Gandoy cuenta una anécdota de fuera de los campos de fútbol, donde el joven coruñés, que tiene un hermano, está estudiando Magisterio. «Ya me lo habían dicho con el fútbol y también me lo dijo una de las tutoras con las que Yago ha hecho las prácticas de la carrera. Me destacó que era muy responsable y cariñoso con los niños. Pero en casa nosotros como padres somos de los que siempre estamos encima de los hijos diciéndoles: «Estudia, acuéstate...». Aunque, luego, fuera se comportan muy bien y hasta son más responsables que con nosotros al lado». También en el campo el joven jugador del Dépor llama ahora a gozar de más protagonismo. Es su hora.