La estrella de aquel Deportivo, el autor del segundo gol, el que abrió el camino del éxito y el capitán en el campo charlan por videoconferencia para recordar la gesta de la que mañana se cumplen 25 años

Alexandre Centeno

Tres días antes, José María García-Aranda Encinar había detenido el reloj en el minuto 34 y 34 segundos. Y esa tarde del martes 27 de junio de 1995 reanudó el partido desde ese instante. Un bote neutral sirvió para retomar la primera final en la historia de la Copa del Rey que tenía que suspenderse. El brutal granizo caído el sábado anterior había sido el motivo por el que Valencia y Dépor hubieron de citarse otro día para terminar de dirimir sus diferencias. Donato y Roberto frente a frente. El hispanobrasileño se lleva la disputa y da las primeras muestras de lo enchufado que el Deportivo saltó al campo. Solo 58 segundos después, el pequeño Alfredo gana dos duelo aéreos, el segundo ante Zubizarreta (18 centímetros más alto que él y con la posibilidad de coger la pelota con las manos), para darle al club blanquiazul el primer título de su historia: la Copa.

Veinticinco años después, el autor de ese tanto, Alfredo; el hombre que efectuó el centro y marcó el primero, Manjarín; la indiscutible estrella del equipo, Bebeto; y el capitán en el campo, Fran (José Ramón fue quien recogió la Copa), se reencuentran por videoconferencia y recuerdan aquella gesta, que todavía hoy los emociona.

La granizada, lo enchufado que salió el equipo, el ambiente que había y el regreso a A Coruña son las primeras imágenes que les vienen a la cabeza a los protagonistas de la hazaña. 

«Me acuerdo de la lluvia de granizo. Quedé con la mano hinchada. Por suerte la puse en la cabeza, porque si me llega a pegar aquella pedrada ahí, no sé qué hubiera pasado», recuerda Bebeto para iniciar la conversación.

Fran le da el relevo: «Sí, fue terrible la granizada. Pero más allá de aquello, hicimos un partidazo. El penalti que te hicieron a ti, Manjarín, fue increíble que no lo pitaran. Y a mí me anularon un gol. Durante el confinamiento vi dos veces el partido y no me acordaba ni de que me habían anulado un gol. Vaya, para uno que meto y me lo anulan (todos se ríen). Pero lo que más me llamó la atención es el equipazo que tenía el Valencia. Eso significaba que nosotros también éramos la repera».

«Nuestro equipo era mejor que el suyo —interrumpe Bebeto—». «Sí, pero lo digo en serio —replica el capitán—. Ves aquel equipo del Valencia y... Zubizarreta, Camarasa, Giner, Mendieta, Juan Carlos, Mazinho, Mijatovic, Penev... ¡Qué mérito teníamos nosotros!»

Manjarín es pensar en aquel partido y venirle a la cabeza su conversación previa con Alfredo: «Antes de cambiarnos, ya allí en el Bernbéu, le digo al tronco: ‘Hace un calor de tormenta, tronqui, va a caer una...’ Y me responde: ‘No jodas, tronco, ¿en Madrid, aquí, en junio? ¡Cómo va a llover!’ Y mira la que cayó» (los cuatro estallan en una sonora carcajada).

Pero el autor del primer gol, aunque coincide con Fran en el buen partido realizado por el Deportivo, cree que la suspensión les vino bien: «En ese momento, el Valencia estaba mejor». «Pero no creaba peligro», se apresura a decir Fran, una y otra vez, ante lo que Manjarín insiste: «No, pero había empatado. Hasta ahí,  habíamos sido superiores y merecíamos ganar por mas, pero en ese momento, estaban mejor que nosotros. Con el 1-1 había incertidumbre».

Desde Vicálvaro, Alfredo Santaelena mete baza: «Yo lo que recuerdo es una alegría tremenda porque era el primer título que conseguía un equipo gallego. Y muy merecido. Veníamos de dos o tres años, sobre todo la temporada anterior con el famoso penalti... Que fuese contra el Valencia hizo que la alegría aumentase, porque poco tiempo después de aquel partido de Liga, tener la oportunidad... Además, fue el último año de Arsenio en el Dépor. Un poco, todo el conjunto. Y diré algo más, el ambiente que había en ese vestuario era espectacular. Nos llevábamos todos de forma espectacular. De ahí que ese grupo de amigos consiguiera ese título meritoriamente».

Para Manjarín, la bondad del plantel era incuestionable, pero también estaba su calidad: «Al final, los partidos los gana la calidad de los jugadores. El Valencia tenía un buen equipo, pero nosotros.... Fran, Bebeto, Donato, Djukic... Jugadores de un grandísimo nivel. Y, luego, estábamos el resto, intentando no molestar». «Vosotros también eráis muy importantes», interviene Bebeto antes de que el asturiano prosiga: «Cada uno sabía su rol dentro del equipo».

El héroe del 27 de junio vuelve a tomar la palabra: «Aquel equipo no solo ganó la Copa. Luchó contra los más grandes. La gente, no solo en Coruña, quería que ganara el Dépor. Notabas del cariño en la calle». «Hasta que fuimos una amenaza —apostilla Fran—. A partir de ahí...».

Un equipo de leyenda que recibió el cariñoso apelativo de Superdépor. Un apodo que los héroes de aquellos años reivindican para sí. «El Superdépor fuimos nosotros. Lo de después no era ya el Superdépor»», reclama Bebeto.

Y lo que vino después fue un asentamiento entre los grandes: «Con jugadores ya más consagrados. Pero si no fuera por aquella Copa, estoy seguro de que lo demás no hubiera llegado», afirma el capitán. «Ya estamos en la historia del Deportivo sí o sí», proclama Manjarín. «Es así, estamos en la historia», confirma Bebeto. Y para el deportivismo, lo que dice el brasileño es palabra de dios. 

«No podíamos permitir que el Valencia ganara el título»

Un año antes de aquella final del Bernabéu, el Valencia había celebrado como un gran éxito propio un empate en Riazor que privaba al Dépor de ganar la Liga y se la daba al Barcelona. Aquello dejó huella en la plantilla blanquiazul. 

«Le teníamos muchas ganas al Valencia», reconoce Bebeto, al que Fran da la razón: «No podíamos permitir que el Valencia ganara el título. Estábamos muy dolidos por cómo habían celebrado el penalti. Y, lo que es el fútbol, tuvimos la oportunidad de sacarnos aquella espina clavada». «Clavada en la garganta», enfatiza Bebeto. 

Y, quizá por aquel ánimo de revancha, el Dépor fue tan superior al Valencia. Antes de la suspensión del partido. E, indudablemente, tras la reanudación.

-Fran: Salimos muy enchufados y luego, claro, llegó rápido el golazo que marca el cabronazo este»

-Alfredo: El puto enano, cómo salté (risas). 

-Bebeto: Saltó mucho.

-Manjarín: No sabía ni que había metido el gol.

-Fran: Recuerdo que iba por la banda, doblando a Manjarín y diciéndole: «Pásamela, pásamela». Y, de repente, mete el centro y digo yo: «¿Pero qué haces?

-Alfredo: Esa jugada la teníamos ensayada Manjarín y yo (carcajada general).

Tiempo después, Alfredo coincidió con Zubizarreta y este le recordó aquel día: «Un señor, me vino y me dijo: ‘La que me liaste aquel día’. Somos profesionales y cada uno defiende lo suyo. Como dice Fran, la intensidad con la que nosotros salimos, el Valencia no se la esperaba. Entramos en el partido con una marcha más metida. Fue lo que nos hizo adelantarnos y provocar que fuera, prácticamente, imposible encajar otro gol. Si lo piensas, lo normal era haber llegado a la prórroga, pero nosotros teníamos claro que queríamos ir a por todas desde el primer minuto».

Arsenio, Ballesta y Franganillo fueron clave en aquel equipo

Más allá de los futbolistas, los cuatro protagonistas de la hazaña del Bernabéu ven tres figuras clave en el éxito de aquel equipo: Arsenio Iglesias, Carlos Ballesta y José Ángel Franganillo. En el caso del ayudante del técnico y del preparador físico creen que fueron un apoyo muy importante para el entrenador: «Sabían hablar a tiempo. Manejar a los jugadores. Estaban por detrás y fueron piezas importantes».

En cuanto a Arsenio, qué van a decir de un hombre que para muchos fue como un padre: «Él fue muy importante, no solo por lo que podía aportar, sino porque era capaz de gestionar aquel vestuario y tener la calma suficiente. Porque ya había jugadores de gran nivel y, sí, es verdad que no era lo que vino después, que llegaron más extranjeros, más problemas de adaptación… Luego fue todo más difícil de gestionar. Pero él en todo momento supo administrar aquel vestuario. Y luego se daba otra circunstancia, que era más ídolo que los jugadores. Y querido. Cierto que, como todos, porque las cosas iban bien», sonríe Manjarín. 

Bebeto asiente y bromea: «El único problema que tenía Arsenio era cuando íbamos de viaje, parábamos a comer y luego nos hacía dar un paseo por la carretera… Dios mío». «Y luego que pasaba por las habitaciones», añade Fran. Entonces el astro brasileño cuenta una anécdota vivida un día en una concentración: «Yo tenía una máscara. Iba con Donato y me señaló una habitación, que era la de Fran. Ahí me puse a batir en la puerta. Pero no estaba Fran. Abre la puerta Arsenio… Me pegó un susto que salí corriendo». Bebeto provoca la risa de sus compañeros.

 ¿Cuánto valdrían aquellos futbolistas ahora?

Todos coinciden en que Arsenio, Ballesta y Franganillo fueron clave en el éxito de una plantilla humilde. Pero también reconocen que los futbolistas tenían enorme calidad. Fran abre la veda: «Muchos de aquellos jugadores hoy valdrían cincuenta, cien, ciento veinte millones...». Y Alfredo incluso trae a Bebeto a nuestros días y lo pone a la altura de figuras como Neymar, Messi, Cristiano… Incluso por delante de alguno. «Es que Bebetiño con Neymar… ¿Cuántos goles mete Neymar en un año? Y es uno de los mejores del mundo. Pues Bebeto estaría con ellos o más, porque los goles es lo que se paga en el fútbol».

El delantero hace un apunte para ensalzar la calidad de sus compañeros: «Mira cuántos jugadores de aquel equipo llegaron a la selección: Fran, Manjarín, Claudio, Aldana, Nando, Voro, Donato...».

Un pendiente para Alfredo y Claudio

Una de las anécdotas de la celebración de la Copa fue el pendiente que se pusieron Alfredo y Claudio. El de Vicálvaro lo cuenta: «Yo estaba convencido de que ganábamos y, como tenía a Claudio de compañero de habitación, lo lie y compré dos pendientes de farmacia. Tras el primer partido tuve que guardarlos. Pero nos los pusimos el día 27 después de la celebración del vestuario. Y así llegamos los dos a Coruña. Pero a Clau, como tenía tanta oreja, se le veía menos», se ríe.

Porque esa celebración llevó a algunos jugadores directos de la noche madrileña al avión. De ahí a Alvedro y al estadio, en donde aguardaban miles de hinchas. «El recibimiento de Coruña fue una pasada. Desde el aeropuerto hasta llegar al estadio. Yo ya había ganado con el Atlético, pero, claro, la repercusión que tuvo ahí.. Era el primer título en la historia del fútbol gallego y se vivió de una manera espectacular», explica el autor del tanto decisivo.

Manjarín amplía el recuerdo: «Nos sacaron de Alvedro por la pista. Y bajando hacia Alfonso Molina ya vimos que era todo increíble. La gente con trompetas, pitos… La ciudad empapelada de blanco y azul. Y la llegada a María Pita… Solo se veían cabezas. Parecíamos las estrellas de OT subidos a aquella pasarela».

No de OT, pero eran sí eran estrellas. Las de un club de fútbol que el 27 de junio de 1995, hace mañana 25 años, inscribía su nombre en la historia del fútbol español, al conquistar la Copa del Rey. Un cuarto de siglo después, aquella gesta sigue siendo recordada con emoción por sus protagonistas y sigue poniendo un nudo en la garganta a los aficionados, que pudieron comprobar cómo a veces los sueños se hacen realidad.