Merino y Bóveda sellaron la sexta victoria consecutiva en un Riazor volcado con sus colores

Pedro Barreiros
Redactor

A este Dépor no hay quien lo pare. Seis triunfos consecutivos han transformado a un equipo que se ha reencontrado consigo mismo y no encuentra techo. La mejor entrada en Riazor bautizó a un Deportivo coral, impenetrable y que se agarra con uñas y dientes al tren de las victorias. La sexta liguera consecutiva llegó de forma épica, frente a un Las Palmas dominador de principio a fin, después de las lesiones de Merino y Montero, y pese al gol en propia meta de Somma. Nada soporta la fuerza del nuevo equipo de Vázquez.

El Las Palmas, en el que Mel también alineó de inicio tres centrales, dio un baño de fútbol al Dépor en la primera parte, pero llegó al descanso perdiendo. Dominó sin descanso y obligó a los blanquiazules a correr muchos minutos detrás de la pelota. Pero lo que en la primera vuelta hubiera sido anuncio de derrota segura, este equipo de Fernando Vázquez lo ha convertido en otra forma de sufrir. Porque si algo quedó demostrado es que a este Deportivo no hay quien lo pare. Ni el dominio evidente ni las claras ocasiones hicieron temblar a un cuadro coruñés invulnerable, aunque con mil problemas para tapar la banda izquierda (volvió a demostrarse que Mollejo no es lateral) y Dani Giménez tan tocado muscularmente que se retorcía de dolor cada vez que sacaba en largo con el pie. El Dépor supo sufrir como grupo y apretar los dientes. Nadie se borró, todos se pusieron el mono de trabajo, desde los que estaban de antes, como Aketxe, Bóveda o Montero, hasta un Çolak cada vez mejor físicamente.

Pero sobre todo los locales sobrevivieron gracias a su incontestable dominio de las áreas. Un asesino del gol como Rubén Castro estuvo a punto de marcar por dos veces en los primeros diez minutos: un centro atrás de Eric y, luego, tras un barullo en el área; y, ya en los últimos instantes del período, Lemos se sacó un chutazo lejano que Giménez detuvo con apuros, pero al Dépor le bastó una vez para adelantarse.

Ni siquiera fue tras una jugada. Aketxe botó una falta desde la izquierda y Merino, solo en el primer palo, peinó por debajo los pies de Valles. Todo lo que toca este delantero va para dentro. Cuatro partidos y cuatro goles, no se le puede pedir más a un jugador decisivo desde el primer día y que ya ha hecho más en un mes que todo el ataque blanquiazul en la primera vuelta. No valió ni que Mel diese entrada a su séptimo futbolista de mediocampo hacia delante. El Dépor, que jugó a la contra de principio a fin, siempre lo mantuvo bajo control.

La telaraña de Vázquez triunfó en la segunda parte. Con nueve jugadores plantados en dos líneas apenas separadas por delante de la frontal, el Dépor se hizo impenetrable para el Las Palmas que, además, sufrió mucho al contragolpe. Aketxe probó a Valles con un disparo lejano que respondió poco después Tana, otra vez desde lejos, cuando el Dépor estaba momentáneamente con uno menos por la lesión de Montero. De nuevo en igualdad, Merino falló el segundo tras una gran jugada de Gaku hasta la línea de fondo y, poco después, el propio japonés erró otro pase atrás de Aketxe.

Tan en chino lo tenía el Las Palmas, que el empate llegó en propia puerta. Srnic centró y Somma empujó el despeje a la red. Merino volvió a marrar el segundo poco antes de lesionarse. Se quedó sin ángulo en el mano a mano con el portero y remató al lateral de la red. Solo era el síntoma de que este Deportivo nunca se rinde. A un cuarto de hora del final, Çolak filtró un pase espectacular, Mollejo centró sobre la línea y Bóveda cabeceó con el alma al fondo de la red.