El hincha feliz a las puertas

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

Cientos de aficionados despiden al equipo en Riazor tras reafirmar la comunión con la grada con la mejor asistencia

19 ene 2020 . Actualizado a las 19:50 h.

En los días buenos, cuando en la puerta 0 se oyen cánticos de ánimo y no de guerra, hasta los descartes tienen un papel importante. Futbolistas en traje de domingo que abandonan el estadio los primeros, para ir calentando a la masa. Pocos mejores en eso que Christian Santos, capaz de sostener la misma sonrisa delante de decenas de cámaras distintas para pasar a la posteridad de los archivos de un montón de móviles.

Agotado el tiempo del venezolano, llegó, por ejemplo, el de Montero, el primero de los titulares en dejar el vestuario y pisar la calle, donde nadie le recordó lagunas mientras cumplía con el ritual de la foto y el abrazo. Siete minutos desde que asomó la cabeza, en compañía de un sorprendido Beauvue, hasta que posó por última vez antes de enfilar el párking. Un registro que batió de largo su amigo Mollejo.

Al grito de «que sale el calvo» se arracimó la multitud, mientras un empleado del club trataba de mantener un mínimo perímetro de seguridad entre el escalón y los cerca de doscientos seguidores del Dépor que aguardaban ya en los aledaños del campo al plato fuerte.

El hombre del día, era el mismo que el jueves. Fernando Vázquez. Pero antes que él hubo cántico para Dani Giménez y hasta un amago del clásico de Álex Bergantiños. Solo Bóveda, que recurrió a la compañía de un carrito de bebé como disculpa, logró abreviar con los autógrafos y las instantáneas. El lateral cumplió al menos con el rol de prólogo porque a su espalda asomó el míster, recibido ya de lejos con ese himno breve, de nombre y apellido, que cantaron entonaron cerca de doscientos incondicionales, para acompañar al sí se puede.

Una muestra reducida de los más de 24.000 espectadores que alentaron al equipo, sumando hasta batir con creces la mejor cifra de asistencia del curso. El sonido de la grada redujo al líder y sostuvo a un grupo que arrancó el jueves como colista y concluyó la semana oliendo a favorito en la Champions de los pobres que es la tranquilidad de Segunda. Apenas hubo bajas en los instantes finales del duelo. Nadie quiso perderse la fiesta de despedida y los que huían solo buscaban un buen puesto a las puertas.