Mala idea es siempre fiar la credibilidad de un proyecto deportivo al resultado. No puede ser que ganar, empatar o perder determine única y exclusivamente el acierto o desacierto de una planificación, que debiera incluir un análisis más profundo. Y el Deportivo es un ejemplo, precisamente, de lo que sucede cuando se apuesta de boquilla por un entrenador y se le condena a la primera crisis de resultados. Si el futuro de Anquela pendía de un hilo antes de visitar Cádiz, no puede ser que por un pírrico empate tenga ahora más o menos crédito. Porque el equipo ha hecho el mismo encuentro habiendo empatado, que si hubiera perdido por alguna de las muchas embestidas que el Cádiz tuvo durante el partido. ¿Qué se diría del planteamiento tan defensivo si hubiera entrado el balón que desvió Gaku y se marchó fuera por centímetros? ¿O qué pasará si contra el Mirandés se vuelve a rendir por debajo de las expectativas? El análisis debe ser más profundo. En el Deportivo siguen chirriando demasiadas piezas. Mejor trabajar sobre ello ahora, desde un resultado positivo.