Martín Lasarte: «Esta Liga me ha demostrado que en el fútbol no hay nada imposible»

TORRE DE MARATHÓN

Martín Lasarte
Martín Lasarte Cedida

Cogió al Al-Ahly en diciembre, a 15 puntos del líder, y lo hizo campeón de la Liga egipcia con 8 de ventaja sobre el segundo clasificado

15 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Campeón de la Segunda División española con la Real Sociedad. De Chile con el Universidad. De Uruguay con Nacional. Y ahora de Egipto con el Al-Ahly. A sus 58 años, Martín Lasarte sigue acumulando éxitos allá donde va. En esta ocasión, cogiendo en diciembre a un equipo que deambulaba por la mitad de la tabla a quince puntos del líder y dejándolo con ocho de ventaja.

-Nuevo país y nuevo éxito. ¿Qué parecidos y diferencias encuentra con otros títulos anteriores?

-Poco tienen que ver unos con otros. En esta ocasión, me he encontrado en un país nuevo. Una cultura nueva. Y me tengo que adaptar en muy poco tiempo. Empezamos el 28 de diciembre. Llevaban menos de media Liga disputada y estaban en mitad de la tabla a 15 puntos del primero. Tenían menos partidos disputados que el líder, pero nadie apostaba por nosotros. Sin embargo, conseguimos enganchar una buena racha de resultados y no solo logramos alcanzar a nuestros rivales, sino que acabamos con una importante diferencia. Esta Liga me ha demostrado que no hay nada imposible. Puede haber metas más difíciles, pero no imposibles. La diferencia era enorme y, aunque el nuestro es un club muy grande en África, era difícil porque teníamos que adaptarnos. Otro idioma. Otra manera de pensar… Pero nos salió bien.

-Cuando llega a un país nuevo, ¿adapta su método al equipo o los jugadores han de adaptarse a sus ideas?

-Adaptarse sí. Cambiar, mejor no. Sin perder los principios básicos, es mejor adaptarse uno que a toda la plantilla. Si a uno le gusta la intensidad, no tiene por qué perderla. Si te gusta presionar en determinados lugares, no debes de dejar de hacerlo. Es cierto que hay países en los que gusta más el fútbol de toque, la posesión, porque tienen futbolistas de mayor caudal técnico. Pero hay otros en los que hay menos calidad y se busca un fútbol más directo. Nosotros, aquí, por ejemplo, teníamos un equipo técnicamente muy bueno, pero con mucha intensidad también. No daba nada por perdido. En el fútbol, todo, o casi todo, es compatible.

-¿Cómo ha sido la repercusión y celebración del éxito?

-Cada título tiene su historia. Y el entorno también ayuda. El primero con Nacional recuerdo que la Liga concluyó en medio del Mundial. Estuvo un poco contaminado por aquello. No se vivió como nos hubiera gustado. En España, el ascenso con la Real fue fantástico. La temporada había comenzado con mucha distracción en el club. Llevaban dos años en Segunda. Fuimos primeros durante muchas jornadas y se vivió una fiesta fantástica. Toda la provincia volcada. En Chile fue muy emocionante, también. Una marea azul. En este caso, lamentablemente, fue un poco extraño todo. Porque aquí, a raíz de un incidente muy grave sucedido hace dos años en el que murieron más de setenta personas en un estadio, está limitada la presencia de espectadores. Es decir, cada partido, de acuerdo a unos criterios, se determina un número de personas. Que pueden ser mil o cien. Eso provocó que celebráramos el título sin el apoyo de la grada. Es algo decepcionante, porque yo creo que el fútbol es de la gente. Pasión. No creo en el fútbol de la televisión. Sé que ahora se da mucho. Pero yo creo en esa conexión de grada y equipo. Hubiera sido bonito que jugadores, aficionados y técnicos, hubiéramos tenido ese regalo.

-¿Cómo se consigue motivar a unos jugadores para jugar en campos vacíos cada semana?

-Pues hay que buscar ese reto que pueda motivarte. Los logros son ajenos a la cantidad de gente que acuda al campo. Los tres puntos valen lo mismo. También he utilizado vídeos de otros equipos que se habían visto en situaciones parecidas y habían logrado el éxito. Todo vale para conseguir la motivación.

-¿La experiencia le ha ido haciendo ganar en facultades psicológicas?

-Es que creo en ello. No soy psicólogo. Ni mucho menos. Pero sí entiendo que el deporte tiene cuatro pilares: técnico, táctico, físico y motivacional. Hay veces que no se le da importancia a eso. Se trabaja mucho en cuántos minutos corres, la posesión... Y es un error despreciar esa parte psicológica. Aquí hay un agregado, además, que es la motivación grupal. No es fácil.

-La U de Chile añora su regreso, en el Dépor la afición suspira por verlo en Riazor, en Nacional también lo echan de menos... ¿Por qué cree que deja esa huella?

-Pienso que por el sentido de pertenencia que tengo. Me hago muy carne de los colores que defiendo. Como si hubiera nacido en ese lugar. Y pienso que eso la gente lo recompensa. Me involucro con lo que hago y lo defiendo donde sea, no solo mi trabajo, sino mis jugadores, mi club... 

-¿Cree que se ha perdido un poco ese sentido de pertenencia en el fútbol actual?

-Quizá sí. A diferencia de cuando uno jugaba. Ahora es otro mundo. El fútbol hace treinta años era la pasión del domingo. Ibas sí o sí a ver el partido. Ahora, pues hay gente que ya no va, que prefiere verlo en casa, cómodo, por la televisión. Eso no va conmigo. Pero lo mismo le pasa al jugador. Hoy estoy aquí, mañana en otro lado... No va conmigo, pero es una realidad.

-Su experiencia en España, aunque positiva, se reduce solo a una etapa en la Real, ¿por qué?

-Es algo que siempre me quedó en el tintero. Pero me pasó lo mismo cuando salí del Dépor. Habíamos mantenido el equipo en Primera, era capitán, había jugado el 95 % de los partidos, pero me quedé sin club. Ni en Primera ni en Segunda. Nunca supe por qué. Y en la Real, como entrenador, igual. Quizá no me sé vender bien. Qué se yo.

-Cada poco tiempo suena como seleccionador chileno o uruguayo. ¿Es una meta?

-En Chile hubo un par de ocasiones en las que se dio algo. Una coincidió que me iba a tomar un verano tranquilo y fue tremendo. Siempre se dijo que estaba entre Pizzi y yo. Al final fue él. Bueno. En cuanto a Uruguay, pues alguna vez que a Tabares no le fue bien, se habló, pero no me lo tomo como un interés de la federación. Solo cosas que se hablan. No es algo que me plantee como algo real. Claro que me gustaría. Sería un honor, pero tiene que darse.

-¿A los técnicos que superan los cincuenta los persigue el estigma de que son de la vieja escuela?

-Pues es posible. Y está claro que uno no tiene la misma cabeza que un entrenador de cuarenta, pero ahí hay que saber adaptarse. Yo trato de acercarme más a un entrenador de cuarenta que a uno de sesenta. Trato de estar actualizado, hablar con colegas jóvenes, seguir sus entrenamientos... Y para ayudarme con todo eso, me rodeo de profesionales actualizados. Mi segundo, Eguren, tiene 37 y el preparador físico 35.

-¿Alguna vez ha echado cuentas de cuánto podría valer un equipo de futbolistas a los que usted hizo debutar?

-Alguien me dijo una vez que en vez de haber cobrado un sueldo, tendría que haber recibido comisión por los ascensos de los jugadores (se ríe). Tuve una enorme fortuna de haber podido entrenar a grandísimos futbolistas pues que en su momento eran jóvenes y llamaban a la puerta para subir. Todo el mundo recuerda a Suárez y Griezman. Pero hay otros, como Illarramendi, el chileno Maripán… Muchos ya uno ni se acuerda. A Diego Godín, por ejemplo, no lo hice debutar, pero lo llevé muy jovencito a Nacional…También hice debutar a otros que se quedaron eh. Que no todo fueron éxitos (nueva carcajada). Me gusta repetir lo que hicieron conmigo. Siempre recuerdo que si no fuera porque algún entrenador apostó por mí, no hubiera llegado. Así que me gusta confiar en los jóvenes.

-¿Qué sensaciones le despierta el Dépor de esta temporada?

-No puedo hablar porque realmente no lo he visto. Pero sí que puedo decir algo que me ha gustado y que me transmite buenas sensaciones: las palabras de Anquela. No lo conozco personalmente, solo por su trabajo. Y creo que el Deportivo ha acertado en su contratación. Me ha gustado mucho la forma en la que ha transmitido su mensaje. Mucho sentido común. Muy sensato. Esperemos que este sea el año del regreso.