La molesta cicatriz de Son Moix

TORRE DE MARATHÓN

LOF

Dani Giménez aún trabaja para superar la lesión del aductor que sufrió ante el Córdoba, le mermó durante el playoff, y se agravó en la noche aciaga de Mallorca

09 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En el momento más absurdo; en un gesto intrascendente durante el tramo final de un duelo ya resuelto ante el colista. Ahí, justo al borde de un playoff, se debilitó el punto de apoyo del Dépor, roto a la altura del aductor de su futbolista más regular. Acostumbrado a quiebros infartantes, paradas milagrosas y envíos precisos de pie a pie, Dani Giménez quedó tocado en una acción menor. Trató de sacar rápido con la mano, y en el apoyo sintió un pinchazo en el muslo. Percibido entonces como un daño colateral del obligado triunfo ante el Córdoba, el percance adquirió sustancia al avanzar la competición. La víctima acudió ayer a sala de prensa para analizar otros asuntos, pero dejó una reflexión en tercera persona acerca de lo que supuso aquel momento para el equipo que dirigía Martí: «Lo que queremos conseguir es no depender de jugadores como en ciertos momentos de la temporada pasada, en los que faltaba alguno y nos resentíamos demasiado». El Deportivo no podía permitirse prescindir de su meta titular, intocable a lo largo de un torneo que entraba en su fase decisiva, así que se optó por conservarlo entre algodón.

Dani empezó a faltar a las sesiones grupales para trabajar en solitario, protegiendo la pierna mala. También durante las eliminatorias, en las que redujo al mínimo los golpeos para desplazar en largo en favor del juego en corto, respaldado además por la propuesta blanquiazul de juego combinativo.

Las molestias se fueron agravando mientras el futbolista vigués sostenía su condición de imprescindible con intervenciones de mérito durante el cruce con el Málaga. En el primero de los enfrentamientos con el Mallorca se permitió un respiro. El rival, inoperante en ataque y mermado por la expulsión de Pedraza, salió vivo de Riazor sin necesidad de chutar entre los tres palos. Tres días más tarde, en la noche aciaga de Son Moix, sí se multiplicaron las aproximaciones a la portería que defendía Dani Giménez, que logró detener dos, pero fue insuficiente para evitar la remontada balear.

Aquel choque puso a prueba la resistencia del portero, resignado a apretar los dientes; convencido de estar ante los últimos minutos del Dépor en Segunda. Consumada la debacle, el meta se marchó de vacaciones con un dolor real que añadir a la fatiga física y la carga mental. Apenas había concluido la temporada 2018-2019 y ya arrancaba la precampaña 19-20 para el único jugador que no abandonó un solo instante el once coruñés.

Una cicatriz complicada

Durante las tres semanas que mediaron entre la cita en Mallorca y el retorno a la actividad a las órdenes de Anquela, Dani se centró en trabajos de fuerza y movilidad, con masajes en la zona afectada para reducir las molestias, y ejercicios específicos en la playa. «La cicatriz me ha dado problemas, es una zona complicada», explicaba la semana pasada a un conocido que acudió a visitarlo a Abegondo. Para evitar recaídas, desde el club se ha optado por dosificar sus intervenciones en los amistosos de preparación, incrementando al mismo tiempo el protagonismo de Koke, lo que favorecerá la integración del recién llegado en la dinámica blanquiazul.

Ahora, a menos de diez días de que empiece la competición, el gallego que vino del Betis sin armar ruido está listo para enfrentarse a su ex, ya consolidado como pieza clave en este Dépor nuevamente obligado a ascender. Indiscutible para Natxo y Martí, pretende serlo también para Anquela. A sus conocidos recursos, con y sin balón, añade una capacidad de sacrificio puesta a prueba en Son Moix.