El Deportivo va por libre

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

Apenas hubo juego combinativo en el ataque blanquiazul, fiado a la inspiración de sus delanteros

19 may 2019 . Actualizado a las 23:58 h.

Era tanta el ansia que el Deportivo jugó desde el minuto uno como si estuviera ya en el 96. No hubo demasiadas diferencias entre el eterno descuento con el que el árbitro quiso recuperar la inmensidad de tiempo perdido, y el resto de lo que ocurrió a partir del pitido inicial. Al menos, en cuanto a la oferta ofensiva coruñesa, porque el Lugo sí que supo distinguir. Arrancó la cita empeñado en sobreponerse con balón a la teórica diferencia de recursos, y la concluyó atrincherado, sin abrir resquicios a la improvisación visitante.

Dos argumentos distintos que enfrentar a ningún plan. Porque no hubo fórmula clara para descifrar la puesta en escena visitante. Resistieron los nombres, los mismos que aparecían en el papel del empate con el Cádiz o la victoria de La Romareda, lo que debía haber facilitado seguir el hilo de la acción blanquiazul, pero nadie actuó respecto a su presumible papel. El encuentro se escoró de inicio hacia la derecha, donde Eneko no se pareció en absoluto al de hace una semana y Cartabia fue clavado al de casi toda esta temporada consumida con discreción. Ninguna incorporación provechosa del lateral y mucho esfuerzo baldío del extremo, incapaz de superar líneas en el uno contra uno.

La obsesión del argentino por resolver cada choque en una acción se fue propagando por todo el frente de ataque del conjunto de Martí. Consumió a Nahuel, cuyo fichaje no figurará entre los más rentables de la historia deportivista, atenazó a un Quique sumido en esa versión impaciente que ya exhibió durante su larga sequía, y, lo peor de todo, alcanzó también a Carlos Fernández.

El andaluz se quedará en A Coruña tras caerse de una lista para el Europeo sub-21 que le habría impedido disputar los dos últimos partidos de la fase regular. También le habría hecho perderse la fase de promoción, pero ahora mismo eso parece tan lejos para él como el torneo continental. Ayer quiso elevar su cuota de responsabilidad en el derbi, llegando al extremo de protestar una decisión arbitral (algo que parece vetado en el plantel), y sin embargo acabó presa de su voracidad, incapaz de combinar con acierto a su alrededor.

Se sumó a los cara a cara frente a adversarios que se iban multiplicando con el avance del encuentro, especialmente una vez que el Lugo se encontró con el marcador a favor. Ni siquiera la temprana pérdida de un central de casa por lesión, subsanada con el parche de Pita, animaron a los visitantes a tocar con serenidad.

Expósito quedó desconectado, a mucha distancia de su zona de mayor influencia, obligado a retroceder hasta la cueva de un campo pequeño para sacar el balón; y eso es un problema al que este Dépor no ha sabido dar solución en toda la temporada. No hay nadie, ni de lejos, con las luces del catalán. Bergantiños quiso hacer de pasador y no supo. Faltaban receptores dispuestos y un guion que acercara el equipo al gol.