La toma de Oviedo y del Tartiere

TORRE DE MARATHÓN

Los más de 3.000 hinchas blanquiazules se hicieron notar desde el día antes del partido e impusieron sus voces en el estadio asturiano

02 abr 2019 . Actualizado a las 12:00 h.

«¿Venís muchos?». A Toché lo pararon unos chavales a la puerta del hotel de concentración. Querían la foto de hace cinco años, cuando el delantero sumó sus goles a los del ascenso coruñés. Posó cuatro veces con la breve representación de los cientos que ya se repartían por los rincones de Oviedo, tomando por anticipado la ciudad. Llegaron muchos, muchísimos, respondiendo a la pregunta del antiguo ariete coruñés. La noche previa al partido, en la ciudad asturiana ya eran multitud las camisetas del Dépor abrigando a los aficionados distribuidos por el casco antiguo, con epicentro en la bulliciosa calle Gascona.

Los cánticos de los seguidores coruñeses encontraron eco en los paseantes ovetenses, especialmente cuando la letra hacía sangre en el Sporting y en Gijón. Las buenas relaciones con la hinchada carbayona se tuerce 25 kilómetros al norte y esa unión frente al enemigo común se tradujo en escenas de confraternización que se repitieron durante el almuerzo previo a la cita, cuando no hubo terraza de bar sin bufanda deportivista. También en los aledaños del Carlos Tartiere, donde las gargantas visitantes sonaron solas durante toda la previa aprovechando la ventaja de una protesta que retrasó doce minutos la entrada de los más bulliciosos entre los de casa. Dani Giménez fue el primero en salir y desató una ovación que se sostuvo hasta crecer en intensidad antes del pitido inicial al grito de «que bote Riazor».

Después llegó el gol de Bárcenas, coincidiendo con la toma de asientos del grueso de la afición asturiana que amagó con imponerse hasta que apareció Quique, reenganchó a los suyos y Riazor volvió a botar.