Javier Manjarín: «Riazor no asusta, nos motiva»

TORRE DE MARATHÓN

Regresa a un campo que defendió como jugador y como técnico: «Creo que el cariño de la gente lo tenemos»

27 feb 2019 . Actualizado a las 18:12 h.

Javier Manjarín (Gijón, 1969) nunca llegó a irse de A Coruña. Aquí sigue fijada la residencia familiar mientras él ejerce de ayudante de Cristóbal en un Alcorcón que visita Riazor después de tres meses sin ganar a domicilio.

-Llegaron líderes a la jornada 16. En la 27 están a diez puntos del primero. ¿Qué ha pasado?

-Que ni antes éramos tan buenos ni ahora tan malos. Hemos seguido compitiendo y el problema ha estado en los resultados. El trabajo y la actitud siempre ha sido la de seguir adelante. En una competición tan igualada, en la que los detalles deciden, las dinámicas cambian mucho a lo largo de la temporada. Ya veremos a dónde somos capaces de llegar, sin perder de vista el objetivo principal: la salvación.

-¿Llegar tan rápido a esa meta puede haber producido relajación cuando la racha cambió?

-Pues desde el primer día lo que dejamos claro fue la necesidad de trabajar mucho. En las últimas temporadas el equipo se había librado del descenso en las últimas jornadas y pensábamos que lo importante era ser competitivos cuanto antes, ponérselo difícil a los rivales desde el principio. Es cierto que cuando llegan los resultados y te ves ahí arriba la confianza hace que con poco que hagas te lleves los partidos igualados y cuando acaba esta racha y ya no eres capaz de ganar con esa facilidad puede pasar que inconscientemente te relajes y pienses que ya has conseguido un colchón importante y la salvación no va a pasar apuros. Hemos insistido mucho en que para ese objetivo aún nos faltan puntos. Que luego ya se verá, pero estamos en Alcorcón, somos un equipo humilde y necesitamos trabajar más que el resto.

-Al menos han vuelto a ganar.

-Habíamos entrado en una dinámica en la que no conseguíamos sacar los partidos adelante. Haberlo hecho contra Las Palmas es una inyección de moral importante de cara a Riazor.

-Donde el Dépor no ha perdido ¿Asusta más que otros campos?

-Contamos con muchos veteranos, gente que ha jugado en Primera y muchos partidos en campos difíciles. Por eso este partido hay que mirarlo de otra manera: vamos a jugar contra un rival y en un estadio con una gran historia, eso tiene que suponer una mayor ilusión. Así que en ese sentido, Riazor no asusta, nos motiva.

-Especialmente, a quien jugó y entrenó en él como local.

-Me trae muy buenos recuerdos, tanto de la época de jugador como de la de entrenador con Cristóbal. No logramos el objetivo, pero creo que el cariño y el reconocimiento de la gente lo tenemos.

-Quedó esa sensación de que en otras circunstancias...

-Bueno, las cosas no se dieron, pero lo dejamos todo en el trabajo para intentar cambiar la dinámica de resultados. Al principio pareció que habría una reacción, pero al final no se dio. Son situaciones que te tocan y que por mucho que haces no eres capaz de cambiar una dinámica. Es parte de la vida del entrenador.

-¿Pesó llegar desde el Fabril?

-Veníamos de un grupo que ya conocíamos, con jugadores que habíamos traído porque buscábamos un perfil concreto. De ahí pasamos a una plantilla con la que no habíamos podido trabajar, y aunque habíamos detectado un poco lo que necesitaba el equipo e intentamos aplicar nuestra metodología y gestión emocional, las cosas no siempre se dan. Lo determinante siempre son los resultados. Con el Atlético, después de ganar en Las Palmas, perdimos en el minuto 93. Son detalles. Si los resultados cambian en cuanto llegas, la plantilla automáticamente confía más. Si no has podido trabajar con el grupo desde la pretemporada luego es muy difícil cambiar las dinámicas del vestuario sin ayuda de los resultados.

-¿Era un vestuario tan complicado como han retratado algunos de sus integrantes?

-La verdad es que he estado en vestuarios más difíciles. Luego los resultados lo tapan todo. Si sales al campo y ganas, cualquier problema se diluye. De todas formas, los vestuarios de ahora son de otra manera, el jugador vive el fútbol de forma distinta, más metido en redes sociales y circunstancias ajenas al juego. Ya dije en otra entrevista en La Voz que el móvil ha roto los vestuarios, y eso se puede ver en todos: hay menos interacción en la plantilla.

«He llegado muy tarde al mundo del entrenador»

El cambio que Manjarín detecta en la relación entre futbolistas alcanza también al plantel del Alcorcón. El técnico asturiano sostiene que «aunque es cierto que hay una humildad, una predisposición y una forma de ser que te facilita la labor diaria, este vestuario no deja de estar formado por jóvenes con los hábitos propios de los jóvenes de ahora. Cada uno le presta más atención a sus cosas y no le da tanta importancia a lo que sucede en el grupo más allá de los entrenamientos».

-¿Qué se aprende a la sombra de Cristóbal?

-Cristóbal es un hombre trabajador, que se implica tremendamente en el conocimiento de la plantilla y del rival. Le gusta mucho la gestión de grupo, que el jugador sea respetuoso y tenga educación, además de ser buen futbolista. Que se respeten entre ellos y respeten al entrenador. Eso es innegociable. A partir de ahí, es un entrenador que quiere hacer todo de la forma más sencilla posible, en todos los aspectos. Sin florituras. Trabajar en un sistema en el que cree y llevarlo a la práctica. La clave para él está en que el equipo sea competitivo. Siempre. Es importante tener las ideas muy claras acerca de lo que quieres y el las tiene.

-¿Para cuando su paso al frente en el banquillo?

-He llegado muy tarde al mundo del entrenador. Llevo solo tres años y para ser un buen entrenador se necesita acumular muchísimas experiencias para luego saber cómo gestionar distintas situaciones. Aún me falta muchísimo camino por recorrer, pero creo que estoy en un cuerpo técnico perfecto para eso y que Cristóbal me aporta lo que necesito, pero el paso no es algo que me plantee a corto plazo.