Tres canteranos, dos coruñeses y uno de Vigo

TORRE DE MARATHÓN

Carlos Guerrero

24 feb 2019 . Actualizado a las 21:45 h.

Se enorgullecía Natxo Fernández en la previa del duelo de La Rosaleda de cómo el Deportivo había aprendido a competir lejos de Riazor. Horas después, sus futbolistas refrendaron sus palabras con un ejercicio de competitividad absoluto. Con mayor o menor acierto. Con más o menos vistosidad. Con una alta o baja eficacia. E incluso pasando por momentos de caraja, los blanquiazules hicieron en Málaga un auténtico ejercicio de lucha y saber estar.

Los últimos diez minutos del duelo entre dos de los favoritos al ascenso fueron un auténtico derroche de pundonor, ganas y ambición por parte de unos y de otros. Sí, ambición. Porque la ambición no se muestra solo yéndose con todo al ataque y debilitando la zona defensiva. Ambición también es atarse los machos y sufrir las embestidas rivales. Es abandonar el campo con la camiseta sudada y poniendo en valor un punto que, aunque Borja Valle pudo transformar en tres, a final de temporada puede que se saboree mejor.

Según avanzan las jornadas, cualquier pequeño detalle puede hacer ganar o perder un ascenso. La escuadra blanquiazul logró en Málaga mantener cierta ventaja en el golaveraje. El particular queda empatado. Pero en el general, los gallegos superan a los andaluces en ocho. Viendo las virtudes y defectos de unos y otros, parece improbable que si llegan igualados al final, el Málaga sea capaz de reducir esta diferencia.

Y ese ejercicio de entrega lo consiguió este Dépor con un once inicial en el que compartieron protagonismo tres canteranos, dos coruñeses (uno de ellos, Bergantiños, también canterano) y uno de Vigo. Cinco futbolistas que dan a este Dépor un plus de sentimiento y madurez. Unos por veteranía, caso de Álex, Mosquera y Dani Giménez, otros por una seriedad prematura (Caballo y Edu Expósito). Pero los cinco forman un club de jugadores que esta temporada están demostrando un compromiso que se echaba de menos en A Coruña. Incluso Mosquera, cuyo fútbol no está siendo para enmarcar, está exhibiendo un comportamiento y una caballerosidad alabada por sus compañeros. Es el camino que precisa mantener un equipo cuya mentalidad no puede ser otra que la de ascender de forma directa.